Autor: Adam Silvera
Título Original: More Happy
Than Not
Traductor:
Antonio Padilla Esteban
Editorial:
Puck (Ediciones Urano), 2017
Tapa
blanda con solapas, 352 págs.
Autoconclusivo
Género:
Juvenil, Realista, Contemporáneo, Identidad
¿Y si pudieras borrar de tu mente los recuerdos que te
impiden ser feliz?
El Bronx, Nueva York, en un futuro no muy lejano…
Aaron Soto, de dieciséis años, lucha por encontrar la felicidad a pesar de las
cicatrices que arrastra, tanto físicas como emocionales: el suicidio de su
padre, su propio intento fallido de abandonar este mundo, una vida de
necesidades y, para colmo, la inquietante atracción que siente por Thomas, su
nuevo y ambiguo amigo… Con lo fácil que sería su vida si pudiera borrar las
experiencias acaecidas en estos últimos tiempos y empezar de cero junto a su
novia, Genevieve, y sus camaradas de siempre…
Afortunadamente, en el vecindario existe una sede del
instituto Leteo, que ofrece la posibilidad de erradicar los recuerdos difíciles
con un tratamiento revolucionario. Aaaron está dispuesto a olvidar a cualquier
precio, sin saber que la felicidad y la infelicidad son dos caras de la misma
moneda… y que el precio del olvido puedes ser demasiado alto.
Una novela que rompe moldes, con un toque futurista,
que nos arrastra por una montaña rusa de sensaciones y preguntas, no todas de
fácil respuesta. Una historia original y valiente sobre el olvido que ningún
lector podrá olvidar.
Voy a comenzar
aplaudiendo a la traducción del título, porque aunque al principio puse cara
rara al ver cómo había quedado esta novela al llegar a España (no fue el caso
del diseño de la portada obra del ilustrador Luis Tinoco, que me pareció
tremendo), una vez que vas leyendo y sobre todo al terminar, sólo puedo decir
que me gusta muchísimo más la idea que transmite el título en español que el
suyo propio en el original. Y además la edición española es súper mona, llena
de un montón de emojis cambiantes según sea el estado de ánimo que nos
transmite lo que estamos leyendo y cómo se van combinando por toda la novela
con su propio significado. Son apenas unos detallitos pero que ilustran
muchísimo la historia con dos simples símbolos.
Metiéndonos ya
en materia, la idea básica de la novela es que en un futuro no muy lejano (de
hecho, podría ser el presente) se ha llegado a un avance “médico” que logra
reprimir los recuerdos de alguna experiencia concreta o parte de la vida de una
persona (por ejemplo, un familiar fallecido al que nos duele recordar, un
accidente traumático, un antiguo amor…). Dicho así, la sola idea invita a
reflexionar sobre la ética de esta cuestión y se nos plantea ya en la
contraportada una simple pregunta: “¿El pasado
te impide ser feliz?”
Este es el
dilema del protagonista, Aaron, que por unas cosas y otras, tiene que superar
un intento de suicidio propio y el suicidio de su padre. Además, a pesar de que
está muy enamorado de su novia, cuando ella se marcha unas semanas del la
ciudad, conoce a Thomas, un chico que va sin rumbo por la vida cambiando de
trabajos, de amistades y de parejas y que vuelve sus sentimientos del revés.
Cuando ni siquiera tiene claro quién es él mismo y sin soportar el rechazo de
todos los que le rodean, comienza a plantearse someterse al novedoso
tratamiento Leteo de la memoria, porque si no te acuerdas de que algo te duele,
pues deja de dolerte.
Al comenzar a
leer la voz de Aaron, me recordó sin poder evitarlo a Holden Caulfield, además
de por el tono pesimista la mayor parte del tiempo, también por la forma de
expresarse e ir contando su historia a través de pequeñas anécdotas que lo
relacionan con todos los personajes que van apareciendo. Además, al comenzar
todo tenía un aire a “Rebeldes”, de Susan E. Hinton y por toda la ambientación
y el toque pandillero que tiene el protagonista, me fue inevitable no acordarme
también de Ponyboy Curtis. Pero esto sólo en cuanto al principio, que todo sea
dicho, me pareció un tanto lento, quizás porque al leer la sinopsis creía que
el tratamiento del olvido iba a aparecer muchísimo antes en la historia y no es
el caso, porque aparece de la mitad para adelante (pero confiad en mí, esto al final resulta que es
un punto a su favor). Sin embargo, en cuanto hace su aparición Thomas, ese
ambiente del que os hablo se va desvaneciendo y aparece algo mucho más tipo
“Las ventajas de ser un marginado”.
A lo que voy es
que esta novela bebe de muchas otras novelas juveniles y en ese sentido no
tiene nada novedoso, porque hay muchísimas historias de adolescentes que no
encajan y se siente más o menos rechazados, deprimidos y en modo “Yo solo
contra el mundo”. Pero a la vez tiene algo distinto que resulta de alguna forma
(nunca mejor dicho) inolvidable, porque la originalidad de la idea central para
contar un problema tan extendido como el que sufre Aaron y los giros
argumentales que hay a lo largo de las cuatro partes en las que está dividida
la novela, convierten una trama muy sencilla en la superficie en una novela muy
profunda en cuanto al fondo. Y sobre todo es una historia muy personal, de
reflexiones y sentimientos en las que el protagonista es el personaje absoluto
encargado de transmitirnos tanto sus desgracias como sus alegrías, sus
inseguridades y sus certezas. Así que es normal que encontremos muchísimos
párrafos de texto en los que Aaron nos narra sus vivencias, y también numerosos
diálogos con otros personajes en los que debemos leer entre líneas porque no
siempre se están diciendo lo que de verdad piensan o sienten.
Con una
sencillez abrumadora, Adam Silvera plasma una realidad demasiado frecuente en
muchas personas, sobre todo jóvenes, que tratan de buscar su propia identidad y
sentirse aceptados por quiénes son (no por cómo son). A través de la primera
persona del narrador, Aaron, es imposible no sentirse identificados en algún
pasaje, situación o conversación a lo largo de la novela, porque a pesar de que
la historia gira sobre todo en torno a la identidad sexual de Aaron, los
muchísimos temas que se tratan (amistad, familia, recuerdos, traumas,
relaciones sinceras…) hacen que de una manera o de otra te emociones por la
cercanía de las situaciones. “Recuerda aquella vez” es una novela que en
realidad no trata del rechazo de los demás hacia una persona por la condición
que sea, sino del propio rechazo de uno mismo. La historia de Aaron nos enseña
que más importante que los demás nos acepten, es aceptarnos a nosotros mismos y
a partir de ahí, cada uno puede aprender a ser feliz sin pensar en esa
felicidad como la meta, sino más bien como el camino (como se suele decir).
Al terminar esta
novela queda un sabor agridulce que va a permanecer mucho tiempo en mi memoria
(otra vez, qué irónico) y seguramente recuerde historia como una de las más
conmovedoras (no en el sentido romántico ni bonito, sino que remueve
conciencias) que he leído. Sinceramente espero que se convierta en una novela de culto
para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) que pueden encontrarse en etapas de la
vida en que no todo es felicidad. De verdad, una historia que puede gustar a
todo tipo de lector, que debería ser lectura recomendada en los institutos de
muchos países e incluso sería un regalo perfecto para abrir muchas mentes.
Si no me
equivoco, Adam Silvera está a punto de publicar su segunda novela y sólo espero
que también llegue a publicarse en España, porque me ha convencido tanto su forma de escribir como su forma de contar la historia. Ha sido todo un
descubrimiento del que estaré muy pendiente a partir de ahora, ya que me ha
demostrado que no hace falta contar una historia bonita ni feliz ni divertida
para poder trasmitir un mensaje de lo más esperanzador.
*Muchísimas
gracias a Puck (Ediciones Urano) por el envío del ejemplar y haberme dado la
oportunidad de disfrutar de esta joyita juvenil.
*Portadas originales americanas
¿Conocíais esta novela?
¿Borrarías vuestros recuerdos
dolorosos para ser felices?