RESEÑA Dollface

Autora: Renée Rosen

Título Original: Dollface

Traductora: Leara Martell

Editorial: Kiwi Ediciones, 2014

Rústica con solapas, 408 págs.

Autoconclusivo

Género: Histórico, Noir, Romance.

América en los años veinte era un país lleno de vida; con la salvaje diversión del Jazz, los bares clandestinos y un nuevo tipo de mujer: las flappers.

Vera Abramowitz está decidida a dejar su delicada infancia atrás y vivir una vida más emocionante, una que su madre jamás habría soñado. Meneando su peinado, mostrando sus rodillas, la belleza de labios pintados deslumbra, bailando charlestón en clubs nocturnos y ganándose el apodo de «Cara de muñeca».

Como la mejor flapper, Vera capta la atención de dos importantes rollers, un atractivo propietario de un club y un sexy apostador. En sus brazos, entra en un mundo lleno de bourbon de contrabando, excepcional jazz y dinero a espuertas. Ella cree que su mayor problema es elegir uno de ellos antes de que se descubra la verdad. Sus dos amantes en realidad son dos gánsters de bandas rivales en la infame Guerra de la Cerveza de Chicago, una batalla que Al Capone se niega a perder.

La apasionante vida que está viviendo es solo una ilusión que descansa sobre el lecho de roca de crimen y violencia que el país nunca antes había visto. Cuando los buenos tiempos llegan a su fin, Vera esta en medio de todo, desde contrabando hasta asesinato. Mientras los hombres de ambos bandos van cayendo a su alrededor, Vera deberá juntar las piezas de su destrozada vida mientras Chicago se precipita hacia uno de los días más horribles de la historia, la Masacre del Día de San Valentín.

La literatura, la televisión o el cine nos tienen acostumbrados a las historias de mafiosos en las que, para bien o para mal, ellos son los protagonistas. Soy muy fan desde siempre de los relatos de gangsters o bandas criminales con mucha violencia: Goodfellas, El Padrino, Peaky Blinders, Los Soprano, incluso Sons of Anarchy, siguen la misma línea siempre. Ellos son los “héroes” de su historia, pero ¿qué pasa con ELLAS? Detrás de un gran capo, suele haber una mujer, pero nunca sabemos qué siente, qué piensa o cómo ha llegado al lado de ese hombre, porque siempre están en las sombras o simplemente siendo “la chica” del mafioso de turno. Y esto se repetía en todo lo que había visto/leído hasta que di con Dollface.

Aquí las bandas criminales de Chicago durante los cruentos años 20 son únicamente el contexto en el que se desarrolla la historia de Vera, una chica judía que subsiste como puede, después de haber huido de una vida sin mayor futuro que la carnicería del barrio de pobres que regenta su madre. Junto a su mejor amiga Evelyn, intenta ganar unos cuantos dólares para pagar la habitación en la que ambas viven. Mientras tanto, está en pleno contacto continuo con los elegantes clubs de la vida nocturna, con hombres trajeados con raya diplomática y con sofisticadas mujeres siempre colgadas de su brazo. Deslumbrada por esta vida de lujo, fiestas y dinero por todas partes, Vera se deja llevar por sus instintos hasta que de repente se ve envuelta en dos relaciones. Primero conoce a Tony Liolli, chico de Al Capone, impulsivo, que la vuelve loca con sólo mirarla y que le ofrece pasión y adrenalina cada noche. Y prácticamente a la vez conoce a Shep Green, un chico judío tranquilo y miembro de la Banda del Lado Norte de Chicago, los rivales de los mafiosos italianos, pero que representa para ella la estabilidad de pertenecer a una familia judía respetable.

Con esta premisa se nos presenta a un personaje femenino que hasta ahora no me había encontrado. Vera tiene sus luces y sus sombras, como la vida a la que aspira: por una parte se mueve en círculos respetables de Chicago, entre políticos, jueces o grandes empresarios, pero por otro lado también entra en contacto con sicarios y matones, que son los que en realidad sacan el verdadero negocio adelante para que funcione: el contrabando de alcohol durante la Ley Seca. Esa delgada línea entre lo legal y la delincuencia está presente durante toda la novela en hechos, pero también en la moral de Vera que desde muy temprano tiene que tomar la decisión que marcará su vida: Tony, de quién está locamente enamorada o Shep, quien le asegura la vida a la que siempre ha aspirado. Un giro de los acontecimientos precipita esa decisión y de repente se encuentra con la responsabilidad de ser una buena esposa para su nuevo y respetable marido, sabiendo lo que verdaderamente es, un gangster, pero sin querer decirlo en voz alta y repitiéndose una y otra vez para sí misma y a quien diga lo contrario, que él es diferente a todos los demás mafiosos.

En realidad, de los personajes masculinos más relevantes, Tony y Shep, no puedo comentar gran cosa sin desvelar partes importantes de la trama, pero ambos representan dos formas de ver la vida criminal del mafioso clásico y por lo tanto, dos opciones diametralmente opuestas sobre las que tendrá que decidir la protagonista absoluta. Los dos quedan muy bien definidos a través de la percepción de Vera, y son personajes con esa doble moral tan característica a pesar de tener la apariencia de respetables hombres de negocios, padres de familia o amantes abnegados. Tanto Shep como Tony me han gustado, porque retratan muy bien a esos veinteañeros que traían de cabeza a quienes intentaban hacer cumplir la ley persiguiendo el contrabando de alcohol y que supuso un ascenso en la criminalidad de la ciudad de Chicago, pero a la vez no puedes dejar  de comprender, más que justificar, los motivos por los que actúan como actúan: respeto a base de miedo, venganza en lugar de justicia y otros códigos morales de las organizaciones de mafiosos.

Por supuesto, como en toda buena historia criminal, aquí también hay violencia, asesinatos y sangre por parte de ambas bandas. Las muertes se suceden cuando poco a poco van cayendo los líderes y son reemplazados por sus segundos al mando. En estas cuestiones, la verdad es que se agradece que la autora se haya mantenido prácticamente fiel a los hechos reales tal y como sucedieron, solamente cambiando alguna cronología y añadiendo algún personaje ficticio para que la historia cuadrase bien. Pero si os gusta como a mí esta época negra de la historia de Estados Unidos, os gustará ver como personajes reales como Al Capone, Bugs Moran, Dion O’Banion o Lucky Luciano aparecen bien como personajes novelizados o bien como contexto en un segundo plano mientras se desarrolla toda la trama principal.

Sin embargo, como he comentado al principio, los gangsters no dejan de ser un complemento en la historia de Vera, porque todo el mundo del hampa queda retratado a través de sus ojos, de lo que ve y oye, de lo que sospecha o de los que se comenta en los círculos en los que se mueve. Por eso uno de los mejores elementos que tiene la novela es el grupo de chicas que se forma alrededor de estos hombres del crimen. Tanto Vera como su mejor amiga Evelyn, pasan a formar parte de un peculiar grupo de esposas y amantes que se quitan la preocupación por sus hombres dedicándose a comprarse vestidos, ir de fiesta en fiesta o poniéndose guapas en los salones de belleza. Y mientras tanto, hablan, sufren y se apoyan las unas en las otras formando unas amistades de lo más curiosas, porque están basadas en una rara lealtad al grupo y no en la amistad en sí.

De hecho, tampoco diría que esta es una novela romántica al uso por el mismo motivo. Todas las relaciones están basadas bien en la lealtad, o en el miedo, en la fidelidad o en la ambición, a pesar de que en varias ocasiones se nombre y se repita la palabra “amor”. Pero por eso es mucho más interesante ir descubriendo lo que mueve a la protagonista dependiendo de la fase de su vida en la que esté. La evolución de este personaje es considerable desde que empieza a relacionarse con este mundillo (con apenas 18 años) hasta que termina la novela (una década después), pero a la vez va como a golpes intermitentes según lo que la mueva en ese momento: la ambición, la necesidad, el orgullo, la lujuria… Con sinceridad, me ha parecido una protagonista con mucha profundidad y un desarrollo lento y realista, muy realista de hecho (que se puede aplicar a otras mujeres de criminales conocidos, como por ejemplo la esposa de Pablo Escobar, más reciente), independientemente de que el lector pueda conectar o no con ella o con lo que hace y por qué lo hace.

Además, tampoco se puede decir que la novela sea ágil en sí misma, porque está pensada para disfrutar de las pequeñas escenas, de los devaneos de cabeza e Vera y para mostrarnos un mundo muy trillado pero desde otra perspectiva. No es que sea lenta porque los capítulos tan cortitos hacen que se lea muy rápido, pero sí que es verdad que no es una lectura ligera y tiene que gustarte mucho el género tan específico para poder disfrutarla de verdad. Pero a cambio, la autora nos regala de vez en cuando alguna escena de acción, como tiroteos gratuitos por la calle, funerales con peleas entre esposa y amante de alguno de los miembros de la banda, traiciones e infidelidades y también, por qué no, algún cadáver del que deshacerse cuando resulta molesto.

Así que aunque a simple vista pueda parecer una historia densa, todos estos ingredientes que parecen sacados de la mejor película de género noir hacen que no se pueda parar de leer hasta que llega el momento que se nos indica en la sinopsis: la Masacre de San Valentín. Toda la historia se conduce hacia ese fatal momento negro de la historia americana y que supuso la caída en picado de la popularidad de Al Capone, pero con el aliciente de que no sabemos quién llegará vivo hasta ese 14 de febrero de 1929 o quién morirá en esa matanza. Desde luego, el final de la novela no podía ser más adecuado y me ha dejado con una sensación de satisfacción por cómo se resuelve la trama. Es más, es que no podía acabar de otra manera.

Siento que no he podido ver con otros ojos esta historia, porque muy aburrida tenía que ser para que no me gustara ya sólo por el género, que además es uno de los que menos veo por la literatura histórica/romántica, pero afortunadamente no me ha defraudado en ningún sentido. La historia es prácticamente fiel a lo que fue la realidad de esos años, los personajes cumplen a la perfección su papel y la protagonista hace que nos planteemos las mismas cuestiones morales que se plantea ella, así que esta novela nos satisfactoriamente lo que promete: contar la historia de una de esas “chicas adorno” para las que el apodo Dollface les viene perfecto.

*Para terminar, muchísimas gracias a Ediciones Kiwi por el envío del ejemplar de esta novela que sospechaba que me iba a gustar, pero no me esperaba disfrutarla tanto.

¿Os gustan las historias de gangsters?

¿Conocíais esta historia sobre los violentos años 20?