Taniel vive con su abuela en la ciudad de Gorna, hogar de la última quimera. Su padre lo anima a estudiar cada día para convertirse en un gran orador, pero su verdadera ambición es ser maestro. El día de la prueba final de retórica cambiará su vida, y una promesa lo lanzará en un viaje que le llevará a descubrir los secretos enterrados entre las calles de Gorna… y las quimeras que albergan sus murallas. No todos los mitos viven en el pasado. No todas las quimeras son de carne y hueso.
Mentiría si dijera que conocía esta novela antes de que su autora contactara conmigo por redes sociales. No había visto nunca la portada de su novela y aunque me parece que refleja perfectamente lo que hay en el interior, reconozco que no la habría mirado dos veces de no ser porque Ana Escudero Portal me permitió leer varios capítulos de cortesía para que probara con su estilo y pudiera ver si me enganchaba lo que me iba a encontrar. Y ahora sí, menos mal que le pedí ese pequeño favor porque la sorpresa que me he llevado ha sido muy grata con esta pequeña novela desconocida para mí hasta ese momento. A grandes rasgos, se trata de una novela corta de fantasía juvenil que de modo pausado y tranquilo nos va contando una pequeña aventura que parece sacada de una leyenda.
La novela nos mete en ambiente comenzando con la creación de las quimeras, unos seres mitológicos que fueron enviados por los dioses como castigo para los humanos. Ahora esas quimeras se han extinguido y solo queda una en la ciudad de Gorna, hogar de Taniel, y de su mejor amiga, Yudiz. El protagonista comienza su aventura siendo un niño tímido, con muchas ganas de aprender y de convertirse en maestro de retórica, a pesar de ser consciente de que no se le dan bien los discursos en público. Su personalidad inocentona y aniñada hace que se le pueda coger cariño nada más conocerlo pero su evolución a medida que va creciendo y convirtiéndose en el joven que protagoniza su propia aventura es lo que de verdad lo convierte en un personaje redondo y bien construido en profundidad, pese a lo que pueda parecer en una novela con ese número de páginas. Sin embargo, hablar en público para convertirse en maestro y luchar a diario contra las reticencias de su padre (que prefiere que sea político) pasa a un segundo plano cuando un hecho cambia radicalmente la tranquila vida de Taniel: su abuela aparece muerta en extrañas circunstancias sin una explicación racional. A partir de ese momento, Taniel deja de ser un niño curioso y pasa a investigar su muerte sin descanso, cegado por la venganza y también por el dolor de que Yudiz lo haya abandonado. Sus pesquisas lo van acercando a un grupo misterioso que se parece demasiado a una secta de fanáticos sobre la “verdadera religión” en contraposición a las creencias del propio Taniel.
Por otro lado, todo en la novela recuerda vagamente a la cultura clásica grecorromana y es bastante evidente que el worldbuilding está basado en esas sociedades (por ejemplo, la importancia de la retórica o la política como vías de resolución de problemas o de exposición de ideas, el circo como lugar de exhibición de ejecuciones públicas, etc.). Sin embargo, el infodumping del mundo en el que vive Taniel, fantástico y fruto de la imaginación de Ana Escudero Portal, es limitado por razones obvias de extensión y también es de agradecer a la autora que no se haya explayado más de lo necesario. Aun así, me he quedado con la sensación de que es la antesala de algo más grande o un mundo en el que podrían suceder más pequeñas aventuras al mismo tiempo que esta. El final es muy satisfactorio y cierra perfectamente esta trama en concreto pero, como digo, parece formar parte de algo más extenso por el mundo y la mitología que la autora crea a su alrededor, como si pudieran desarrollarse varias historias de temática similar con nuevos personajes en ese mismo universo aprovechando el worldbuilding tan trabajado que podemos discernir aquí. Sin duda, es otro de los puntos fuertes que tiene la novela, aunque supongo que esa imaginación viene de base en la autora y que su destreza al escribir ha logrado el resto: trasmitir ese mundo de manera visual sin llegar a saturarme y dejarme con la curiosidad necesaria para pedir más leyendas de ese universo.
En otras palabras, una historia aparentemente sencilla sobre un chico cualquiera que se convierte en el héroe de su propia aventura dejando atrás la infancia de una manera traumática, pero con un viaje personal de transformación a través de la investigación que lleva a cabo. Gracias a los diálogos inteligentes con los demás personajes y a las reflexiones sobre las que se ve obligado a detenerse a pensar, vamos viendo su evolución y también la nuestra, porque nos hace plantearnos muchas cosas que a veces damos por sentadas. En definitiva, he disfrutado cada página de este pequeño libro, he descubierto a una nueva autora a la que tener en cuenta y he podido anotar otra novela a mi lista de recomendaciones a partir de ahora.
*Por último, agradezco muchísimo a Ana Escudero Portal que me haya proporcionado un ejemplar de su novela.
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