Cuatro años atrás, Hanna se fugó con un hombre mayor.
Ahora regresa con el orgullo herido y la intención de retomar las riendas de su
vida. No será fácil. El rechazo de su hermano, la actitud prejuiciosa de los
lugareños y sus propias inseguridades le harán la vida imposible, incluso
cuando un nuevo amor llame a su puerta.
Dependerá de ella ganarse el perdón que añora y lograr
reconectar con su pasado. Por suerte, cuenta con la ayuda de Raquel, la novia
de Burke, y la mejor terapeuta del pueblo: la vaca Matilda.
La oveja negra ha vuelto a casa, y sus zapatillas aún
tienen mucha mierda que pisar.
A
estas alturas no sorprenderá a nadie volver a ver a Lorena Pacheco por este
rincón literario porque la tengo en nómina y con contrato indefinido, así que
después de varias novelas reseñas por aquí y otras tantas relecturas, vamos con
la actualización de la segunda parte de la trilogía De Mierda, que al igual que la primera parte, salió publicada en
sus inicios por Escarlata Ediciones y regresa ahora con lavado de cara y energías
renovadas sin perder nada por el camino en estos años que han pasado desde que la leí por
primera vez. No hay novela de esta autora que no me haya gustando y todas,
repito, todas sus historias me han emocionado de una u otra forma, pero esta
siempre tendrá un huequito para ella sola en mi corazón, pero ya os contaré más
adelante por qué. De momento, podéis seguir leyendo tranquilos porque aunque
sea la segunda parte de una trilogía, la historia que se desarrolla en este
libro es autoconclusiva, con dos protagonistas nuevos y mi opinión siempre
está libre de spoilers.
A pesar de que el escenario rural y campestre sigue siendo el mismo porque no abandonamos la granja alemana en la que nos reímos tanto en la primera parte y pese a que esta novela comienza justo donde se quedó Mierda en
mis tacones, la verdad es que cambiamos de aires gracias a la nueva protagonista y su
nuevo tono, nada que ver con la explosiva Raquel y sus Manolo Blahnik azules.
Hanna es la hermana de Burke y la oveja negra de su familia, un nuevo personaje
que la autora nos introduce directamente convirtiéndola en narradora principal
en primera persona. Aunque Raque y Burke siguen apareciendo como secundarios
relevantes para esta trama, y también el resto del elenco de la granja que ya
conocemos, dejamos un poco atrás ese ambiente de sitcom para centrarnos en una dinámica algo más seria y con algún
toquecillo de drama romántico y familiar, con temas más delicados y una forma
de conectar con los protagonistas a nivel más profundo. Ya en la anterior novela
conocemos de oídas a Hanna, la hermana pequeña y "descarriada" de
Burke, quien unos años atrás abandonó precipitadamente el pueblo y a su familia
con 18 años para fugarse con un hombre con más del doble de su edad, quien a su
vez abandonaba cualquier responsabilidad que tuviera, así que con estos antecedentes estaba claro que necesitábamos conocer historia de primera mano.
Como suponéis y como detonante de la historia que
nos ocupa, el tema de la fuga y la diferencia de edad no sale bien,
así que Hanna termina por agachar la cabeza y volver a casa tragándose el
orgullo. De esta forma, si en Raquel podíamos ver a la protagonista fuerte
y decidida a comerse el mundo, en Hanna tenemos al otro tipo de protagonista
que necesita encontrar en sí misma esa fortaleza porque está decidida a que el
mundo no se la coma a ella. Escapar de los errores del pasado y tener que hacerlo
sola no es fácil, y menos si todo lo que esperan los demás son explicaciones. Hanna
intenta retomar su vida en el punto en el que la dejó sin tener que oír
reproches de nadie, en un pueblo alemán tan pequeño donde todos se conocen y
estos escándalos corren como la pólvora. Imaginaos el percal en el que comienza
la novela, con un “Te lo dije” enorme perpetuo pintado en la cara de Burke cada
vez que se dirige a su hermana y con Raquel intentado quitar hierro al asunto. Así
que cuando llega al pueblo además de tener que lidiar con la acritud de su
hermano, también tiene que gestionar que ella misma no se puede perdonar porque
considera que traicionó su confianza. Hanna es una protagonista con la que es fácil congeniar, tiene un pasado del que no está orgullosa y un presente que todavía se resiente por sus errores. Su intento de retomar una vida de la que ella misma huyó y la forma en que afronta todo lo que echan en cara, por haber vivido y haberse equivocado, es digno de admiración y de empatía, así que con todas sus motivaciones y sus pensamientos justificando su conducta, tenemos un personaje bien construido y con una evolución muy bien trabajada.
Ya veis que solo por parte de Hanna el componente de
sentimientos y emociones que se entremezclan en la novela viene cargadito y
eso que no hemos llegado ni a la trama principal. Además, se van generando
algunas subtramas, porque también tiene que reparar su amistad con su mejor
amiga Emma, a la que ocultó toda su historia y no avisó de sus planes de fuga y
empieza a ser consciente de la cantidad de cosas que han pasado en su ausencia como,
por ejemplo, que su familia haya aumentado con la llegada de Raquel o que los gemelos Axel y Kai, los
dos chicos que trabajan en la granja de Burke, con los que jugaba de pequeña, sigan
sin tomarla en serio a pesar de que ha vuelto convertida en una
mujer. Frustrada, intenta pasar página trabajando ella misma en la
granja gracias a la amabilidad de Raquel (que es un solete), quien ahora
regenta el negocio y le da la oportunidad de ganarse el alojamiento y la
comida. En general, la novela está basada en las relaciones que se van desarrollando entre los distintos personajes que giran alrededor de Hanna, aunque no olvidemos que estamos ante una novela romántica, así que tiene que haber salseo, obviamente. Ahora ya sí, aquí comienza a liarse todo, porque la granja no es
muy grande, ahí son muchos trabajando y el roce hace el cariño, ya sabéis.
Sin embargo, antes de entrar en materia de romance,
una de las cosas más emocionantes que tiene este libro son las relaciones
fraternales. Por una parte, la relación
deteriorada de Burke y Hanna ocupa gran parte de la trama y sirve
como motor durante la mayor parte de la novela, y no es para menos: tanto uno
como la otra tiene muchas cosas que reprocharse y ninguno va a dar su
brazo a torcer, de forma que sus conversaciones son un tira y afloja por el “te
quiero pero no te perdono”. En medio de todo esto, Raquel, cuya paciencia
brilla por su ausencia y que no sabe lo que es meterse en peleas de hermanos,
intenta poner orden causando todavía más caos. Y por otro lado, la
relación entre los dos gemelos Kai y Axel es lo más adorable que he leído en
mucho tiempo. No me explico cómo dos tiarrones treintañeros y curtidos
en el campo pueden ser tan tiernos el uno con el otro mediante unos cuantos
empujones y un “qué cabrón eres” de vez en cuando. En serio, son para comérselos más allá de su físico. Como
no podía ser de otra manera siendo gemelos, su parecido acaba ahí, porque
mientras Kai es una especie de tío raro antisocial al que hay que tirar de la
lengua para que murmure algo, Axel no cierra la boca ni un minuto seguido,
soltando comentarios subidos de tono y ligando con todo lo que se mueva y tenga
tetas (la vaca Matilda en este caso creo que queda descartada, pero no sé yo).
Y con estos dos por la granja, la tensión sexual se puede cortar en el
ambiente, porque además tienen tendencia a quedarse sin camiseta y yo a Hanna
la comprendo, que una no es de piedra. Pero más allá de lo que salta a la
vista, poco a poco va conociendo al verdadero Kai (siempre a la sombra de Axel) y comprendiendo su forma de ser y, a la
vez que Hanna, para mí ha sido uno de los mejores personajes que he podido
conocer en estos años. Simplemente conexión o buen hacer de la autora, eso lo
tendrá que juzgar cada uno, pero tiene un algo inexplicable que lo convierte en
el prototipo de personajes masculinos de los que yo suelo disfrutar un montón,
con sus sombras, su personalidad gris… Qué deciros, que me encanta.
Solo por lo que os he
contado hasta ahora, ya merece la pena lanzarse a cualquiera de sus libros,
pero es que la narración de Lorena Pacheco mejora con cada novela que leo de
ella, tanto en desarrollo de la historia como en la profundidad de las
subtramas, y si hay algo que disfruto muchísimo de esta
autora es su estilo desenfadado, sin miedo a decir tacos (por ejemplo, Raquel
es incapaz de hablar sin soltar 3 palabrotas en frases de 4 palabras, y bueno,
ya veis, los títulos de las novelas), con muchísima ironía en todas las
páginas y con una perspectiva en primera persona que nos ayuda enormemente a
conectar con los personajes, en este caso, con Hanna (aunque todo un detalle en
esta novela son los capítulos desde el punto de vista de Burke, en mi opinión,
un pseudoprotagonismo justificado). Por si alguien lo dudaba, la novela se lee
rápidamente porque todo en ella resulta muy ligero (lenguaje, conversaciones,
descripciones…) y la mayoría ya lo tenemos mascado de la primera parte. También tengo que
resaltar la madurez de la trama en esta novela. La autora no se ha limitado a contar una
historia romántica con muchísimo humor y grandes dosis de sarcasmo, sino que
detrás hay temas mucho más profundos y que a pesar de ser tratados
como desarrollo colateral a la trama. Más allá de los problemas fraternales por los que pasan Hanna y
Burke, la situación familiar que viven tampoco es de las mejores: su padre sufre
una enfermedad degenerativa y es otro de los motivos por los que Hanna se
siente culpable tras haberse largado sin más explicaciones. Incluso otros
temas controvertidos, como la relación entre una chica de 18 años con un tipo de
casi 40, casado y con responsabilidades o temas delicados como la depresión y la soledad, el miedo a
la maternidad… están presentes a lo largo de la novela pero en ningún momento restan
nada al nivel de optimismo y al buen humor que se desprende de esta bonita
historia.
9/10
Como os decía al principio, esta novela tiene algo de especial con nombre propio: Kai. Para mí, después de varios años y dos relecturas, sigue siendo uno de mis protagonistas preferidos que aparecerá durante mucho tiempo en mis ránkings personales de personajes inolvidables. Solo por haberme dado el gusto de dedicarle una novela entera a este personaje, Lorena Pacheco ya tiene toda mi fidelidad como lectora, pero es que además no se trata de una segunda parte en la que se repita la misma historia o en la que simplemente se pasean los personajes que conocemos. Esta novela tiene alma propia y a nivel personal es de mis historias favoritas dentro de toda la bibiografía de esta autora. Así que ya imaginaréis que por mi parte es una recomendación sin condiciones, si os gustan los romances con toques de drama y dosis de humor, equilibradas con subtramas interesantes y con un reparto de personajes para emocionarnos con todos y cada uno de ellos.
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