Autora:
Ester Isel
Editorial:
Ediciones Kiwi, 2020
Rústica
con Solapas / Ebook, 316 págs.
Autoconclusivo
Género: Romance,
Contemporánea, Realista
Doce años de diferencia, dos mundos distintos, un
mismo destino de viaje que entrelaza sus caminos.
Olivia renunció a su futuro para ocuparse de la
pastelería familiar tras el fallecimiento de su padre. Tres años después, está
dispuesta a afrontar nuevos retos y cumplir su sueño de ir a la universidad,
pero antes pasará dos semanas en Sivard, el anodino pueblo de su mejor amiga
Ella. La inesperada llegada de Alan LeBlanc, un consagrado escritor que se
recluye para finalizar su último manuscrito, lo cambia todo. Un «¿por qué no?»
es lo que necesitan para arriesgarse a iniciar una historia de las que deja
huella.
Cuando vuelven a encontrarse en la facultad y Olivia
descubre que van a verse a diario, se arrepiente de haberse marchado de Sivard
sin una despedida. Él va a presentar su libro y ella busca un hueco en el
ámbito académico, su relación supone un obstáculo que echaría a perder las
ambiciones de ambos. Sin embargo, las emociones de meses atrás siguen
palpitando, el deseo y la conexión no se disipan con facilidad.
Hay instantes que nos marcan, pero ¿son suficientes
dos semanas para grabar un «nosotros» en la piel? ¿Vencerán los
convencionalismos y hallarán un modo en el que convertirse en ese ansiado
plural?

Conocí esta novela cuando se anunció
su publicación y se reveló la portada en Twitter. Me parece preciosa y tan
llamativa que me sentí atraída sin remedio para querer leerla sin importarme de
qué fuera (soy ese tipo de lectora, sí). Además, la autora contactó conmigo por
esa red social, sentí conexión con ella al instante y me entraron muchas ganas
de conocer su historia, simplemente por el placer de probar algo nuevo. Ese
objetivo lo he cumplido y he podido comprobar la bonita prosa que tiene Ester Isel
y el estilo tan cuidado que maneja, y no en vano por algo esta novela fue la
ganadora del VII
Premio Romántica Kiwi RA. Sin embargo, hasta
ahí he disfrutado, porque el libro en sí mismo no me ha gustado o, para ser más
exacta, esperaba mucho más de esta historia que, en líneas generales, no aporta
prácticamente nada nuevo al género romántico y que no arriesga con ninguno de
sus elementos. Para poder analizarla con algo de profundidad, iré señalando
ejemplos concretos de escenas o detalles del argumento y ocultando lo
que pueda ser considerado spoiler por contar demasiado de la trama. Por lo
demás, el resto es opinión personal, ni siquiera constructiva ni de cuestiones técnicas porque simplemente son detalles que no me gustan (o que no me gustan como están planteados aquí), no que necesiten "mejorar". Podéis leer con tranquilidad aunque
obviamente tengo que comentar algunos aspectos de la trama pese a que ya se
desvelan en la sinopsis oficial.

Como he adelantado en la
introducción, mi mayor problema con Un
instante para ser nosotros es que la novela entera es una suma constante de
tópicos sucesivos sin mayor pretensión que la de unir una trama demasiado
trillada y que no esconde en realidad ningún giro argumental que enganche ni
ningún conflicto interno más que el que se ponen los propios protagonistas,
Alan y Olivia, y que se resuelve de una manera bastante simplona. Para no
liarnos, voy a ir comentando los más evidentes y por orden cronológico. Empezamos
por el cliché de la diferencia de edad, que ya se anuncia en la sinopsis (esa que
no leí antes de comenzar a leer) y que, a
priori, para mí no es un mal tópico y puede dar mucho juego, es solo que
depende de cómo esté planteado ese tipo de conflicto entre los personajes, cómo
se trate con su entorno o cómo les afecte a ellos en su relación. En este caso,
está muy exagerada para el cariz que toma la novela: se llevan 12 años. No hay
problema pero, cómo no, el mayor es él (siempre es él), el escritor intelectual
y maduro con un aura atormentada por una relación pasada fallida que piensa que
nunca más se va a enamorar hasta que aparece la jovencita inexperta en
relaciones (siempre es muy joven e inexperta sentimentalmente) y sin interés en
tener ninguna, la “rarita” para su edad porque su “sueño” es ir a la universidad
(este aspecto no logro entenderlo, y menos que se repita tanto en las novelas new adult nacionales, como si ir a la
universidad, así, en general, y no estudiar o trabajar de tal o cual cosa,
fuera lo más de lo más, como sí ocurre en USA).

Total, que hasta ahí podría ser la
premisa de la novela y básicamente es eso lo que vamos a encontrar. Tenemos al
escritor y a la universitaria que se conocen de una manera un poco inverosímil
(posible spoiler→él la intercepta porque dice haberse perdido y le pide prestado su móvil porque asegura no tener batería en el suyo para poder buscar
una ubicación, ella se lo deja reticente, y él
aprovecha para trastearle en la agenda, anotar su número de teléfono y llamarla
porque le da la gana por las buenas, adiós consentimiento, adiós privacidad….←fin
del posible spoiler. En fin, en otros tiempos esto me habría parecido súper atrevido y
romántico pero ahora me parece un poco perturbador y yo hubiera bloqueado el
número al instante, por imbécil y mentiroso el desconocido este). Más clichés:
tras dos o tres citas en las que parece que conectan, ella se marcha a la
universidad sin despedirse de él (que ya ves tú, que no son nada tras tres
quedadas y hubiera bastado con un “Oye, que me piro a la universidad, ha estado bonito pero ya
fue, que en las hermandades estas se montan unas orgías que como para serte
fiel por tres cenitas”) y así comienza otro de los conflictos
principales de que la pareja no fluya además de la diferencia de edad, porque Alan
no perdona a la jovencita en la que no puede dejar de pensar (¿?) que no se
despidiera de él, porque madurez ante todo, que aquí él es el adulto.

Pero tranquilidad, porque enseguida
llegamos al rey de los clichés: en su nueva universidad, descubren que él es el profesor de ella (nunca
al revés) así que pueden -si quieren- retomarlo donde
lo dejaron unas semanas atrás y nos damos cuenta de que el conflicto inicial de
la despedida no era tal, pero sí, ellos siguen en que tienen un problema. Es
más, Alan deja claro que posible spoiler→ni siquiera en la universidad le van a
poner ningún reparo por que se líe con una alumna, que es completamente legal
por la mayoría de edad de Olivia, que él tiene plaza fija y que no lo pueden
echar y que nunca en su trabajo se han metido en su vida privada←fin del
posible spoiler. Conclusión, que una relación profesor-alumna no sería un problema
por su parte. Únicamente yo sí que le concedería esa categoría de problema a la
diferencia de edad y la inmadurez, pero la de Alan, porque su comportamiento
ante una chica de 21 años a veces lo hace parecer el crío de la relación y a
ella la convierte automáticamente en la adulta, con la cabeza centrada y con
las inquietudes normales de una chica de su edad porque, a ver, se está planteando
una relación con un tío de treinta y tantos al que acaba de conocer, que además
es su profesor, que no ha tenido otras relaciones serias, que acaba de llegar a
su primer año de universidad y quiere disfrutar de la vida y de su nueva etapa.
Todo esto le concede a Olivia el
dudoso honor de ser el personaje más coherente que tiene la novela, porque llega un
momento en que ni las reacciones de Alan me parecen algo a tener en cuenta (como
la escena en la que posible spoiler→ella le dice que tiene una beca para irse a
estudiar a otra ciudad lo que realmente le gusta y él, muy digno pero ofendido
por no ser su primera prioridad, le desea buena suerte en un tono como si le estuviera
abandonando de la manera más cruel←fin del posible spoiler) Es decir, chico, si
quieres a una chica ya con su carrera, trabajando y con plaza fija en tu
ciudad, independizada y con el futuro claro y asegurado, no sé, incluso entre
las de treinta lo vas a tener difícil… En definitiva, que todo esto me ha hecho
prácticamente imposible conectar con ninguno de los dos protagonistas ni con su
relación, porque al fin y al cabo son los únicos que se ponen unos obstáculos
que en realidad no existen y que tienen tan fácil solución como es comunicarse.

Como consecuencia de toda esa falta
de profundidad argumental, el final termina siendo precipitado, más que nada porque
la resolución del “conflicto”, como digo, es bien sencilla y tampoco se podía
ampliar en muchas más páginas, pero por eso no deja de darme la razón como
diciendo “¿veis qué fácil lo tenéis y lo difícil que os lo estáis poniendo
vosotros solos?” Por separado tampoco es que brillen demasiado con sus
personalidades ni sus subtramas personales. Alan solo tiene como motor emocional
que tuvo una mala experiencia con su novia anterior y que en apenas unos meses
después tiene claro que no va a volver a enamorarse (sí, solo unos meses
después de la ruptura, no una década más tarde en la que ya ha podido perder
toda esperanza de enamorarse otra vez por la huella tan marcada de su primer
amor y, de nuevo, posible spoiler→al final se demuestra que no es cierto y que
no fue tan traumático como quería hacernos creer←fin del posible spoiler). Por
su parte, Olivia tiene otro pasado triste con la pérdida de su padre, algo que
se supone que debe emocionarnos por lo mucho que influye ese acontecimiento en
ella y en su presente, pero pronto nos damos cuenta de que simplemente es un
dato más del personaje pero no un detalle tan relevante que la construya como personaje, más allá de que ha tenido que retrasar un par de años cumplir su “sueño” (son comillas irónicas, pero es que
me hace mucha gracia porque Olivia lo repite varias veces, incluso en la sinopsis) de ir a la universidad.
Para seguir sumando tópicos, el
romance está ambientado en Estados Unidos y cumple con todos los demás
personajes prototípicos de una novela anglosajona como la mejor amiga súper
segura de sí misma que solo quiere arreglar la vida sentimental de la protagonista
o el mejor amigo gay con sarcasmo explosivo que derrocha encanto y autoestima.
Y para de contar, porque no hay más personajes relevantes o con un verdadero diálogo en el
guion. Todo lo demás transcurre entre capítulos muy rápidos sin giros
argumentales ni cliffhangers,
conversaciones superficiales que parecen de relleno en su mayoría y sin apenas
descripciones del entorno ni de los escenarios. Sin embargo, como decía al
principio, he podido intuir que Ester Isel escribe bien y de una forma muy resuelta
pero me hubiera gustado conocerla con una historia más innovadora o arriesgando
más en ciertos aspectos que ya estoy algo aburrida de ver en este género.
4/10
En definitiva, tengo que reconocer
que es una novela bien escrita y con muy buena intención y mensaje, pero que
falla estrepitosamente en la sucesión de clichés con una trama demasiado
manida, sin conflicto argumental real y sin un objetivo claro al llegar al
final. Sé que no ha sido una historia para mí en muchos sentidos pero me ha
servido para conocer a una nueva autora a la que fiché en cuanto se publicó
esta novela y estoy segura de que con otro argumento me hubiera enamorado por
completo, porque su prosa tiene una madurez y unos diálogos tan dinámicos que
puede hacer que una novela se haga muy llevadera. No por ello dejo de
recomendarla a todo lector que sea asiduo de este género, porque mi leve
disfrute de esta historia se ha debido solamente a que soy muy exigente con la
originalidad en cuanto a romance se refiere pero creo cualquier otra persona (y
me consta) podrá ver que se trata de una buena novela, sin más paliativos.
*Por último, muchísimas gracias a
Ediciones Kiwi por haberme proporcionado un ejemplar de esta historia.
¿Conocíais esta novela o a su
autora?
¿Os gustan las historias con clichés?