Al acabar el quinto curso del conservatorio y dar su último concierto, Marina se ha quedado vacía de pasión, todos sus miedos la han vencido y el peso de los últimos meses la ha hundido por completo. Los aplausos del público ya no son suficientes para acallar lo que sufre por dentro.
Después de todo por lo que ha luchado y los años invertidos en mejorar, tocar la flauta travesera no tiene ningún sentido y su vocación queda hecha añicos. Lo único que importa es que se siente sola, que su vida se encuentra al borde del precipicio y que no quiere seguir intentándolo más.
Sin embargo, puede que no todo esté perdido.
Quizá la amistad, el amor y la música no se hayan terminado para ella. Quizá el verano le reserve algunas canciones que aún pueda tocar. Quizá todo mejore justo cuando acaba el silencio.
Cuando se anunció esta novedad, no tenía muy claro que quisiera leerla porque todo iba a depender de mis ganas de empezar una historia de estas características en el momento concreto en que se me pusiera por delante. Después de varias novelas de fantasía y otras cuantas románticas puras, tenía cierta necesidad de meterme la cruda realidad en papel por los ojos y esta novela parecía prometerme eso. Siendo sincera, no sabía muy bien qué esperar de este libro, salvo que me apetecía un montón conocer la pluma de Lidia Fernández, que además es correctora, así que en ese sentido podía ir tranquila por la calidad del texto. En realidad no sabía de qué iba el libro y, aunque intuía un poco el género y la temática por el trigger warning en la nota de prensa de la editorial, realmente no tenía ninguna referencia más específica sobre la trama en sí. Y me alegra reconocer que esta ha sido una de esas veces en las que ir a ciegas ha vuelto a ser el mejor método para elegir una lectura, solamente por el nombre de quien la escribe aunque esa preciosa portada diseñada por Orikye ayudó bastante a que me entrara automáticamente por los ojos.
Cuando acaba el silencio es la historia de Marina, un personaje muy real que traspasa la tinta y con el que podemos identificarnos en muchas de las situaciones por las que atraviesa. Marina es estudiante veinteañera de flauta travesera que intenta vivir de la música y, aunque en su vida cuenta con sus tíos que la han criado desde bebé, hace varios años que ya se ha independizado de ellos y sobrevive sola por su cuenta en un pisito. Una chica normal y corriente, digamos, signifique lo que signifique esa expresión. A su alrededor orbitan tres personajes clave que desempeñan diferentes papeles en el drama de Marina: Héctor, Dani y Elsa. La novela está contada entre el pasado y el presente sin que en ningún momento tengamos toda la información de lo que sucede en el presente, consecuencia directa de lo que poco a poco vamos descubriendo que ocure en el pasado. En la actualidad, sabemos que Marina ha dejado de hablarse con su mejor amigo Héctor, director de orquesta y la persona en la que Marina más confiaba; y también sabemos que ha cortado con su exnovio Dani, estudiante de contrabajo en el mismo conservatorio, mientras comienza una relación muy especial con Elsa, profesora de piano. Marina se ha aislado y no ha superado la ruptura a pesar de que fue ella la que cortó con Dani, cree que debe alejarse de todo y de todos y comenzar de nuevo en otra ciudad porque no soporta encontrarse con Héctor (que además es su vecino) ni con Dani, quien una y otra vez intenta volver a su vida a pesar de las constantes negativas de la chica. Así que en el presente así estamos, sin saber cómo hemos llegado a esa situación pero con la mosca todo el rato detrás de la oreja porque Marina no para de hacer alusiones a lo ocurrido y sabemos que algo turbio tuvo que ser.
Mientras tanto, poco a poco se van intercalando de vez en cuando los capítulos que en los que Marina relata qué pasó, a su ritmo y sin un orden cronológico concreto, y nada más empezar a conocer datos podemos intuir que se avecina todo un huracán de emociones, buenas y malas. Creo que es imposible no sentir nada con una lectura así, que toca tantos temas sensibles de los que apenas se habla o, peor, que se suelen banalizar. Desde la evidente relación tóxica que se ve muy bien desde fuera hasta la naturalidad de las preferencias sexuales de cada uno de los personajes, todo nos insufla un aire de realidad tremendo que ojalá se viera en más novelas, incluso en las que no tratan directamente de ello. El reflejo de la salud mental en todas las escenas sensibles muestra una concienciación especial por parte de la autora que me ha dejado temblando y abrumada por las emociones, porque incluso aunque yo misma me crea lo suficientemente concienciada, siempre se puede ver que no, que hay miles de cristales con los que mirar una misma problemática, tantos como personas pueden sufrirla. He podido intuir que Lidia Fernández ha hecho un esfuerzo extra por “normalizar” de alguna manera lo que le ocurre a Marina, sin mayores dramas, sin ser morbosa, sin intentar provocar lástima, simplemente buscando la comprensión de los lectores y creo que el resultado ha sido de diez: una historia real, tan sencilla como habitual y poniendo el énfasis en que, por muy “leve” que nos parezca, todo tipo de maltrato psicológico, sigue siendo maltrato.
Como podéis imaginar, la protagonista también es la propia narradora en primera persona, algo que ayuda muchísimo a poder ponerse en su piel en los pasajes más duros. A mí me ha resultado imposible no empatizar con ella incluso en las situaciones en las que siempre podrían aparecer los pensamientos más típicos como “A mí eso no me pasaría”, “¿Es que no ve lo que ocurre?”, “¿Pero por qué se deja hacer eso?”, etc. No, a todos podría pasarnos y, no, tampoco lo veríamos desde dentro, porque la psicología humana funciona así, tenemos una capacidad de autoprotección y supervivencia que también incluye engañarnos a nosotros mismos y actuar como los avestruces. Y esta novela está plagada de sabiduría psicológica, incluso en las conversaciones más banales que tienen los diferentes secundarios con la protagonista. Me ha parecido alucinante la forma de plasmar todas las distintas fases por las que puede pasar una víctima en estos casos o simplemente la forma tan natural que ha tenido la autora de mostrar una enfermedad mental tan silenciosa como ignorada en nuestra sociedad. En muchos de los diálogos de interacción casi he tenido la sensación de estar asistiendo a un role play didáctico sobre qué hay que decir y qué no en esos momentos decisivos para personas en la misma situación que Marina, para saber actuar, saber identificar o saber intuir qué puede necesitar alguien en esos casos.
No me cabe duda de que el punto más fuerte de la novela es la potencia que tienen los personajes, no solo Marina. Héctor, Dani y Elsa son los tres vértices que desestabilizan o aportan equilibrio a la protagonista, los que generan los conflictos argumentales que van surgiendo en la trama. Sus relaciones se van desarrollando en esas dos líneas temporales y creo que ha sido una de las mejores decisiones narrativas que ha podido tener la autora: Marina no lo cuenta, lo va mostrando en el momento adecuado para que recibamos tal o cual información. De esta forma, se genera en toda la historia un halo de misterio que provoca que una lectura que podría ser simple y llanamente entretenida, se convierta además en adictiva por esa motivación extra que nos da el querer saber todo de golpe: ¿qué pasó? ¿sigue Dani enamorado de Héctor, su ex, o entre los dos solo hubo sexo sin compromiso? ¿por qué Dani empieza a mentir, a gritar, a cabrearse por todo y por nada? ¿por qué Héctor rompió todas las promesas que le hizo a Marina, su mejor amiga? ¿por qué Elsa es tan perfecta? ¿puede Marina volver a enamorarse, de la chica del piano, de la música, de la vida? Preguntas…
Otro aspecto relevante de la novela es la música, aunque a pesar de acaparar parte de la portada, es más bien un complemento más de Marina, de su construcción personal y un poco la manera de dar contexto a los ambientes en los que se mueve (el Conservatorio, las clases, los conciertos…) y sus propias inseguridades (su pasión por la flauta, la ilusión por tocar o escuchar música, su falta de ganas, su miedo a que ya nada la emocione de igual manera…). La música es su entorno natural, que podría haber sido la pintura, el baile de salón o el moldeado de botijos, pero el contexto musical aporta cierto aire bohemio que también se deja ver en las descripciones físicas de los propios personajes (maquillaje, pelo largo, vestidos alegres…) y también en la pasión que los conecta a todos, que transmite alegría, paz, sosiego o ilusión. La elección de ese ambiente melómano va muy acorde con el contraste que supone estar dentro de los pensamientos turbulentos de Marina, con sus reproches internos, sus menosprecios o su baja autoestima y cómo poco a poco va in crescendo para culminar su evolución en el desenlace para poder oír entre el ruido del drama esa melodía de esperanza que me ha dejado tan buen sabor.
Sin embargo, soy consciente de que he salido encantada de esta novela no solo por sus personajes, su contexto o su temática, sino que gran parte del mérito lo tiene la prosa de Lidia Fernández, que me ha metido de lleno en un testimonio muy humano, me ha hecho sensibilizarme aún más con la realidad de algunas de las enfermedades mentales más comunes, de la toxicidad invisible pero palpable de muchas relaciones que se confunden con amor o amistad, o de la importancia de valorarse en base a uno mismo y no en base a los demás, aunque si bien es cierto que muchas veces todo esto va de la mano y puede que ni siquiera lleguemos a ser conscientes, como nos demuestra la autora. Su pluma no tiene grandes pretensiones de impresionarnos con el lenguaje, con complicadas metáforas o frases rimbombantes, solo quiere que un sencillo mensaje cale en el lector a través de las emociones y los pensamientos de su protagonista, y precisamente por eso creo que el mérito es mayor, porque a veces menos es más y no ha necesitado sonar pedante ni una experta en salud mental con largos párrafos de disertaciones académicas para dejarme embelesada con todo lo que me ha transmitido de la manera más sencilla: dejando hablar a Marina.
10/10
En definitiva, es una novela imprescindible en cualquier estantería física o digital, debería ser lectura recomendada en los institutos (aunque la edad y las vidas de los protagonistas hagan pensar en un target algo más new adult). Me ha parecido un debut tremendo para una autora en la que simplemente había puesto mis expectativas de conocerla sin más, sabiendo que una primera novela (publicada, que no escrita, no sabemos) siempre tiene el riesgo de ser algo más light, en cierto sentido. No ha sido para nada el caso y he salido maravillada con la propuesta de Lidia Fernández para removernos todo por dentro, para hacernos reflexionar sobre muchas cuestiones que si no son ya de actualidad, deberían de serlo constantemente y con el reconocimiento suficiente. Por mi parte, la recomendación de esta novela es incondicional, creo que es una lectura necesaria independientemente del género en el que cada lector se sienta cómodo, salvo por los motivos obvios del trigger warning si son temas que os afectan especialmente y para mal. Además, la edición interior incluye las ilustraciones de cada uno de los personajes principales de Lorena Agúndez Tajuelo (Laranna_Art) que veis acompañando esta opinión, y un montón de detalles ilustrados diseminados por sus páginas. En cualquier caso, un verdadero descubrimiento de autora y de novela que terminará entre las mejores lecturas de este año.
*Por último, muchísimas gracias a Ediciones Freya por haberme proporcionado un ejemplar anticipado para poder disfrutar de esta historia incluso antes de su preventa, que comenzará el día 5 hasta el 15 de abril.
¿Os gustan las novelas que tratan temas sensibles?
¿Habéis leído alguna historia similar a esta?
¡Hoooola!
ResponderEliminarPues que maravilla de libro, da gusto cuando vas sin saber mucho de la historia y te encuentras mucho más de lo que te esperabas. Desde luego, por todo lo que cuentas de los temas de salud mental, de psicología, de relaciones tóxicas, de amistades... pues llama mucho la atención. Además, hasta a mí me ha creado intriga por saber qué pasó entre los personajes ;)
¡besos!
Hola guapa
ResponderEliminarSe nota que has disfrutado de esta novela de principio a fin y lo has transmitido en tu reseña. Me parece increíble el trabajo que ha hecho la autora con esos temas tan sensibles que trata como las enfermedades mentales,el maltrato psicológico. La verdad es que no suelo leer esta temática de libros,pero coincido contigo en que tiene que ser lectura obligatoria y un imprescindible en las estanterías. Me has convencido totalmente.
Besos
M&B
¡Hola! Me alegra ver que ha sido una historia de la que has disfrutado tanto. Personalmente no es una lectura que me llame especialmente la atención, por lo que en esta ocasión prefiero dejarlo pasar.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
Holaaa,
ResponderEliminarWow, me has dejado sin palabras tras la reseña. Te lo prometo Alhana, es que has explicado a la perfección todo el libro. Y me lo llevo apuntado. No sé cuando lo leeré por la torre de pendientes, pero seguro que pronto.
Lo que comentas del maltrato psicologico es muy importante que se reefleje en el libro y eso le da aún más valor.. Te lo prometo
Un abrazo
Me lo llevo tan anotado, que está en la lista de los posibles regalos que me pueden hacer en el amigo invisible del club de lectura en el que estoy.
ResponderEliminarNo es un libro para mí, la temática no me llama mucho y las cosas positivas que destacas no me dicen nada. Aun así, tengo una amiga cantante a la que podría gustarle. Tanto por la importancia de la música como por las situaciones que viven los personajes creo que se sentiría muy identificada. Además, este tipo de obras suelen gustarle. ¿Podría hacerme spoiler, por aquí o en privado por Twitter, de cuál es la problemática de la protagonista?
ResponderEliminarUn saludo,
Laura.
¡Hola, Laura!
EliminarCreí que se deducía de lo que voy comentando, fallo mío. No lo considero spoiler porque aparece en el trigger warning de la editorial: la protagonista sufre depresión y trastornos derivados como la ansiedad ;)
¡Gracias por pasarte!
Idò seré yo, que soy algo tonta y no me había quedado claro. ¡Muchas gracias!
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarQué ganas tengo a este libro de Lidia y bueno que sea paisana es un extra. Me gusta mucho que trate la salud mental y que la música tenga su punto especial.Y saber poco a poco todo lo que paso en el pasado para llegar a este punto me gusta y sobre todo ver porque quiere romper con todo su pasado y lo que ello conlleva.
Nos leemos.
Hola!!!
ResponderEliminarPues no conocía este libro, pero me ha llamado bastante la atención. Creo que este tipo de historias son muy necesarias y, especialmente, que se traten con normalidad y respeto, sin caer en el morbo o el drama gratuito.
Me lo apuntaré por si un día me animo con él
besos!
¡Hola! No lo conocía pero lo tendré muy en cuenta sobre todo por esa parte de reflexión ya que podría resultarme muy interesante. Un besote :)
ResponderEliminar¡Hola! Desde que lo vi en la cuenta de Twitter de la editorial me llamó la atención, con tu reseña ya no me quedan dudas de que tengo que leerlo sí o sí.
ResponderEliminarMe voy directa a guardarlo en Goodreads.
Me encanta que te haya encantado. Qué pintaza tiene.
¡Nos leemos!
Sara
Hola
ResponderEliminarQUE BRUTALIDAD DE LIBRO. Había visto la portada en redes pero desconocía de que iba y me ha asombrado porque me gustan los libros crudos, que te hacen reflexionar y que tratan temas importantísimos. Queda apuntado porque además todo son buenas palabras y yo que te conozco y sé que eres exigente, este libro debe ser una masterpiece
Un abrazo grandísimo