La noche en que sus padres mueren, lo primero que
siente Cameron Post es alivio. Alivio porque sus padres ya no se pueden
enterar de que, unas horas antes, besó a otra chica.
Ahora, Cameron vive con su tía, una mujer
muy conservadora, en un pequeño pueblo de Montana. Todos los días,
hace todo cuanto puede para ocultar su sexualidad y se ha vuelto una
experta en el arte de esconderse. Pero ¿es posible ocultar
los sentimientos cuando empiezas a enamorarte de tu mejor amiga?
Un día, su tía, desesperada por «corregir» a su
sobrina, toma una decisión drástica. Y Cameron deberá enfrentarse al
coste de ser ella misma, aunque no esté segura exactamente de quién quiere
ser.
Empecemos por reconocer que
no había oído nada de esta novela hasta que me la propusieron desde Umbriel
Editores y resulta que la novela ya tiene algunos años antes de haber llegado
traducida a nuestro país, puesto que se publicó en 2012 en el texto original. Y
ha sido una propuesta súper acertada porque a mí este tipo de historias me
conmueven y me llegan a lo más hondo, a pesar de que a ratos lo llegue a pasar
bastante mal con lo que me puedan llegar a contar debido a los temas que trata.
Con esto no quiero hacer un trigger
warning demasiado general, pero sí que puedo advertiros que si sois sensibles
hacia la homofobia y las situaciones más extremas de este odio enmascarado de
religión, quizás esta no sea vuestra lectura. Sin embargo, si os gusta
indignaros y echar pestes por la boca leyendo situaciones injustas de una
realidad y un problema social como es este, entonces sí que habréis encontrado
un libro adecuado para que lo disfrutéis como yo.
La protagonista indicada en
el título es Cameron, una chica adolescente que acaba de perder a sus padres en
un accidente de tráfico de forma repentina pero no del todo trágica para ella,
porque con 16 años y una personalidad optimista e ingenua aún no es consciente
del alivio que siente al no tener que reconocer su verdadera orientación sexual
ante ellos cuando descubre que le gusta besar a una de sus amiga a escondidas.
Sin embargo, esos pequeños encuentros de felicidad terminan abruptamente cuando
su familia, de una convicción religiosa muy fuerte y tóxica, descubre que a
Cameron le gusta ir por ahí besando chicas y cometiendo pecados capitales
imperdonables. Así que la solución es meterla en un centro cristiano donde
podrán ayudarla con su “problema”. Esta especie de reformatorio que tiene más
de secta que de centro educativo es, como os imagináis, un lugar atroz,
terrible y que no debería existir, efectivamente. Así que toda la lectura ha
sido un remolino de sentimientos de angustia, impotencia y rabia, como todo lo
que tiene que ver con la homofobia, la discriminación y la supuesta voluntad de
Dios de por medio, que me enerva de una manera indecible. Así que objetivo conseguido porque estoy segura de que esta es la intención de la autora al plasmar esta historia.
Aunque la narración nos
ubique en los años 90, el libro trata de un tema tan duro como real y actual,
por más que nos cueste creerlo en pleno siglo XXI, como son las “terapias” de
reconversión utilizadas contra personas no heteronormativas, en la mayoría de
los casos aceptadas o solicitadas de forma “voluntaria” por ellos mismos debido
al entorno en el que se han criado o en el que se desarrolla su vida diaria. En
otras palabras, horrible. Sin embargo, pese a todo lo que yo pueda pensar y
sentir al leer sobre estos temas, para mí no deja de ser de alguna manera
fascinante, o incluso morboso, ver cómo se aplican de forma tan flagrante los
métodos de cambio del pensamiento, la manipulación de la autoestima, la
pseudopisología que utilizan para deconstruir las emociones de algo que es
cuestión de gustos y de identidad, con sentimientos de culpa y de autocrítica mediante unas
mal llamadas terapias que rozan la tortura psicológica y, en muchos casos,
también física.
Ha sido un auténtico
suplicio emocional leer sobre la vida cotidiana de estos jóvenes en un sitio de
estos, porque precisamente están en una etapa de desarrollo en la que son
especialmente vulnerables a la manipulación de los adultos y de lo que les
transmitan, con sentimientos de odio hacia sí mismos por lo que son o piensan,
con la correspondiente pérdida de la intimidad entre ellos y el personal del
centro, puesto que no se permiten “pensamientos impuros”. El retrato fiel y
llano del día a día de Cameron en el centro me ha llevado a reflexionar en la
mayoría de los casos sobre qué seguimos haciendo mal como sociedad para que
esto siga existiendo a día de hoy, porque Cameron podría ser cualquiera en su
misma situación si no tiene la suerte de crecer en un entorno familiar y social
sano. He leído escenas duras y otras no tan duras, algunas emotivas y
entrañables aunque otras bastante más desagradables, porque para eso es este
libro, para mostrarnos lo intransigente y cuadriculada de mente que puede llegar a ser un sector de la sociedad y el dolor y la miseria que pueden llegar
a causar en las personas como Cameron.
Por todo ello, me ha sido
muy fácil empatizar con la protagonista y el resto de personajes principales
porque la novela está pensada para que nos indignemos junto a ellos con todo lo
que les ocurre. Cameron es una chica que me ha caído genial y he comprendido
todo lo que siente y piensa, porque además yo ni sé que haría en cada una de
las situaciones que le toca vivir, pero creo que parte del mérito también lo
tiene la autora, porque a través de un estilo simple y llano nos transmite un
montón de emociones de la manera más sencilla posible pero sin perder la
profundidad de lo que va narrando. Está planteada para que nos indignemos con
lo que vamos leyendo, para que nos angustiemos junto a los personajes, para que
sintamos lo que ellos sienten y para motivarnos a denunciar cualquier situación
parecida que pueda llegar a nuestros oídos. Además, la novela utiliza un
lenguaje tan cotidiano, dinámico y fácil de leer para que, a pesar del número
de páginas, esta historia se nos pueda hacer muy muy corta.
7/10
Dicho de otro modo, ha sido
una lectura de las que te hacen reflexionar de principio a fin, pensada para
removernos toda la conciencia y concienciarnos a la vez de lo importante que es no
dar un paso atrás en la tolerancia y la necesidad de respetar a los demás. Me
he encontrado un cruel retrato de una realidad que sé que existe pero que aun
así me parece increíble que sea más habitual de lo que me imagino, aunque la novela
esté ambientada hace un par de décadas, que sea tan de actualidad. Por mi parte es una recomendación
clarísima para quienes disfrutéis de este tipo de lecturas de temas sociales,
más allá de la etiqueta LGTB+ que brilla con luces de neón en toda la novela.
*Por último, muchísimas
gracias a Umbriel Editores por el envío del ejemplar para poder disfrutar de
esta historia.
¿Conocíais esta novela o a su
autora?
¿Os gustan las historias que
tratan temas sociales?