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sábado, 23 de noviembre de 2019

RESEÑA Deja Cantar a la Muerte



Autora: Sandra Andrés Belenguer

Editorial: Crossbooks (Grupo Planeta), 2019

Rústica con solapas / ebook, 336 págs.

Autoconclusivo

Género: Romántica, Contemporánea, Juvenil, Retelling


Tras la muerte de sus padres, su gran apoyo, Christine se siente incapaz de luchar por su sueño: la música. Solo se siente libre durante las excursiones secretas que realiza con unos amigos a los subterráneos de París... En ese universo, alguien la ha oído cantar: un ser oculto tras una máscara, repudiado por todos, quien, impulsado por su voz y el deseo de romper su soledad, le ayudará desde las sombras a vencer sus miedos.


Esta ya es la cuarta novela que leo de Sandra Andrés Belenguer y aunque hace unos cuantos años que la descubrí, he ido leyendo lo que va publicando con mucha calma y manteniendo mis expectativas a raya. Me gusta muchísimo su estilo narrativo y la verdad es que disfruto solo leyendo cómo escribe sin que me importe mucho lo que cuente en cada historia. O lo que es lo mismo, voy a seguir leyéndola porque me gusta su prosa y no le doy tanta importancia a sus tramas, que pueden entusiasmarme más o menos. En este caso, la novela tiene varios puntos fuertes a su favor que pueden hacer que sea una lectura magnífica, sobre todo si nunca se ha leído nada de la autora; y a la vez, me he encontrado con otros aspectos que ojalá hubieran sido mejores, sobre todo porque no puedo evitar comparar con otras de las historias de una de las autoras por las que más motivación siento a la hora de elegir lecturas.

Entrando ya en materia con Deja cantar a la muerte, la figura del fantasma siempre ha sido una de las más enigmáticas y fascinantes que nos ha dado la literatura y su hechizo ha traspasado las páginas en incontables ocasiones para llegar a las pantallas y los escenarios de medio planeta, aunque son pocos los retellings que se conocen dentro de la propia literatura. Este es el mayor aliciente con el que cuenta esta novela: la curiosidad por un personaje tan hipnótico como su música, tan misterioso como su leyenda y tan cautivador como su personalidad, pese a que no deja de ser un perturbado solitario y agresivo que causa desgracias allá por donde pasa y rapta jovencitas cuando se obsesiona con ellas. Sí, el fantasma es todo eso y aun así sigue encandilando por algún motivo inexplicable. O no tan inexplicable, porque precisamente creo que ahí radica que se haya convertido en un personaje inmortal que a día de hoy sigue siendo magnético. Quizás por eso, al elegir esta lectura tenía una sensación contradictoria según pusiera el imán que me atrae hacia este personaje, porque no es la primera que la autora escribe sobre El Fantasma de la Ópera y yo ya había leído su anterior novela inspirada en este clásico, titulada El Violín Negro, que guardaba bastante más distancia con el original que la que nos ocupa ahora. En aquella ocasión, la primera vez que leía a Sandra Andrés, logró engancharme más porque rozaba la novela gótica de misterio y tenía ese aire de versión libre en la que no sabía muy bien por dónde iría la historia.

Sin embargo, en este caso, tengo que reconocer que al estar ambientado en nuestro siglo, pensé me iba a encontrar con un clásico modernizado, con mensajes renovados y con personajes rejuvenecidos. Aunque la verdad es que he sentido algo de decepción porque, tal y como yo lo he sentido, no he encontrado nada de esto por una simple razón: se parece demasiado a la historia original incluso con sus “fallos” (contextualizados en su época, por supuesto). Hay algunos detalles que intentan aportar un toque nuevo, como la presencia de la abuela de Christine, un punto de vista propio para Raoul en algunas escenas o las aventuras de los fanáticos del mundo subterráneo de París (con toda la ingente documentación que eso conlleva) para que no se vea solo como el hogar de Erik. También cuenta con una buena construcción psicológica de los tres personajes principales aunque, de nuevo, sin aportar mucho más a lo que ya conocemos y en ocasiones, puede llegar a hacerse repetitivo, como los pensamientos recurrentes de baja autoestima que arrastra Christine o el nivel de obsesión que siente Erik por ella y por su éxito.

Por todo ello, el nivel de detalle con el que la autora trata de reinterpretar el clásico en realidad ha sido un hándicap que le ha impedido convertirse en una historia propia con la que encandilarme, porque más que un retelling he tenido la sensación de haber leído un remake, simplemente cambiando de época e incluso forzando situaciones que hoy en día serían un tanto sobreactuadas (como que Christine crea de verdad, pero de verdad, que existe su ángel de la música y se enfade al comprobar que solo es un chico que nada tiene de sobrenatural). Tanto es así que a veces resultan un poco absurdas algunas escenas que me han hecho plantearme todo el rato en qué narices piensa Christine para permitir que un acosador desconocido, literalmente, la acose; por no mencionar las continuas alusiones a ángeles que parecen justificar toda esa relación y que en el original quedaba como muy “romántico” pero que en una actualización del clásico me saca de la trama por completo porque se me van los ojos hacia arriba. Además, en la academia en la que se desarrolla la mayor parte de la trama se pierde un poco el realismo de algunos encuentros entre ambos tras pasadizos secretos y espejos de un solo sentido, que podían tener algo de verdad en la legendaria Ópera Garnier, pero que en una escuela rodeados del resto de alumnos, no me ha terminado de encajar del todo. Por el contrario, el ligero cambio de actitud en el final con respecto a la obra original ha logrado que la sensación en general fuera mejor de lo que me esperaba.

Por otra parte, la pluma de Sandra Andrés Belenguer sigue siendo preciosa y no hay otra manera de definirla. Puede que sea un poco demasiado recargada y con más florituras de las necesarias (en el sentido más subjetivo de lo que es necesario o no en una narración, obviamente), con un estilo narrativo y descriptivo propio que puede hacer que la lectura se haga demasiado densa si no se coge el ritmo adecuadamente desde el principio y puede que incluso en algunos pasajes me hayan sobrado párrafos enteros sin ninguna duda. Y aun así, he seguido leyendo como hipnotizada porque la prosa, empalagosa o no, es dulce y muy agradable a los ojos, con multitud de metáforas, antítesis y otros recursos literarios muy bien utilizados, aunque como digo, quizás en exceso, pero es que forma parte intrínseca de la pluma de esta autora. Además, ha sabido plasmar muy bien la inseguridad que define y coarta la vida de Christine, el carácter obsesivo y atormentado por su físico que es inherente a Erik y que le empuja a comportarse como un acosador con tendencias vengativas y, en general, ha captado a la perfección la esencia de su relación, un tanto dependiente y enfermiza por ambas partes.

6/10

En otras palabras, una buena novela a nivel técnico y narrativo que me ha fallado a nivel argumental porque se parece demasiado al original y porque no arriesga un poco más para poder actualizar también las reacciones de los personajes. Está claro que puede gustar muchísimo, y más si se empieza a conocer a esta autora por esta novela, porque la mejora en su calidad narrativa es palpable con respecto a novelas anteriores, así que solo por eso merece ser recomendada al margen de gustos personales. Por lo demás, yo tendré que elegir alguna otra de sus publicaciones para disfrutar aunque sea un poquito más de historias que vengan directamente de su imaginación, pero si os gusta El fantasma de la ópera, tened claro que Sandra Andrés Belenguer es la autora que necesitáis.



Otras novelas de la autora reseñadas en el blog
https://enmitiempolibro.blogspot.com/2018/06/resena-la-noche-de-tus-ojos.html

    ¿Conocéis a la autora o sus novelas?

¿Os gustan los retellings fieles a los originales?

sábado, 16 de noviembre de 2019

RESEÑA Amor y Virtud. Bajo Prejuicio



Autora: Rolly Haacht
Editorial: Onyx Editorial, 2018
Correctora: Marina Burgos
Rústica con solapas / ebook, 370 págs.
Trilogía Amor y Virtud #1
Género: Juvenil, Realista, New Adult, Young Adult, Romántica.



Arabia Kurbagh es una joven estudiante de enfermería que ha tenido que madurar antes de tiempo. Su vida da un giro cuando una noche lluviosa de octubre, de vuelta a casa, se tropieza con una persona que resulta ser uno de los hermanos de su mejor amiga. Está temblando por la fiebre y el frío, así que le pide que le acompañe a casa para que pueda resguardarse.
Jake Becker no está viviendo su mejor momento. Las peleas constantes con su padre, el sentirse incomprendido y la falta de comunicación con su familia le mantienen en un estado constante de mal humor y hacen que parezca una persona demasiado sombría. Además, un encontronazo con la hija del jefe de su padre no ayudará en absoluto a mejorar su relación con él.
Esta es una novela de personajes, de amor en todas sus formas y de relaciones personales. Conoce a toda la familia Becker al completo, y empápate de sus vivencias a lo largo de todo un año.
A estas alturas, mi historia con esta trilogía es larga. Ya no recuerdo si fue antes el huevo o la gallina pero el caso es que o bien conocí Amor y Virtud en el canal de la propia Rolly Haacht o bien conocí el canal de la autora buscando su nombre al ver la portada del libro en alguna parte. Es irrelevante el orden porque hay veces que con sólo escuchar a un autor, sabes de sobra que quieres leer lo que tenga que decir. Y eso me pasó a mí. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y la trilogía al completo ha sufrido un proceso de transformación increíble, de forma que la autora puede sentirse muy orgullosa de lo que ha conseguido con sus personajes tras dos ediciones autopublicadas y, la que nos ocupa ahora mismo, una publicación definitiva editorial con el diseño de Ariadna Guillem (Miss Arilicious en Twitter) en la portada.
Desde el primer momento, he ido avisada acerca de que no se trata de una novela de estructura típica en la que hay una presentación de personajes con un planteamiento de conflicto que después se va desarrollando hasta llegar a las últimas páginas de la primera parte con un cliffhanger final para dar paso a la siguiente novela. A decir verdad, la trama en sí misma no es tan relevante como sí lo son los personajes que se nos presentan en esta primera parte, las relaciones que se establecen entre unos y otros y la profunda personalidad con la que los ha dotado la autora. Todo ello son ingredientes muy sabrosos que invitan a fangirlear muchísimo porque son tantas las situaciones en las que se ven envueltos y son tantas las emociones y los sentimientos que van surgiendo entre ellos, que continuamente se necesita comentar con alguien lo idiota que ha sido el cabezota de Jake o lo adorable que es su hermana Zane. En realidad, es una lectura pensaba para el salseo, para conectar con unos personajes y para odiar a otros, para comprender a los más complejos y para exasperarse los más simplones en sus conductas.
La primera impresión que tuve al llevar leídas unas cuantas páginas era que más que leer una novela, estaba leyendo una serie de estas en las que el episodio piloto nos presenta a los personajes principales y luego capítulo a capítulo pasan cosas que van enredando o desenredando la trama semana tras semana. Así que así me lo tomé, y no podía evitar acordarme de series como One Tree Hill, The O.C. o Dawson’s Creek. Por ello, creo que es mucho mejor que al empezar Amor y Virtud. Bajo Prejuicio todo el mundo tenga esto claro: la historia no comienza ni termina en ningún punto concreto. Simplemente empezamos un día cualquiera en las vidas de cada uno de estos jóvenes y poco a poco los vamos conociendo, vamos sabiendo sus aspiraciones, sus inquietudes, sus elaboradas personalidades y como es lógico, su evolución. Rolly Haacht ha desplegado un abanico de personajes con bastante habilidad, con personalidades tan marcadas y diferenciadas que casi podrían llevar su propia etiqueta en vez de nombres (la ingenua, el responsable, la insoportable…). Aquí sólo voy a resaltar a dos personajes, porque la historia en esta primera parte parece girar en torno a ellos dos, aunque todas las tramas de todos los chicos y chicas están muy conectadas entre sí y entre todos existe relación.
La primera relevante es Arabia Kurbagh (Ari para los amigos), la chica de la portada aunque no por ello la protagonista. Se merece que la resalte porque me parece un personaje 100% original, empezando por su raza, sus orígenes turcos, su pasado familiar y además, por su situación actual: la chica acogida por la ya familia numerosa Becker. Su mejor amiga es Zane Becker, la única chica que vive junto a sus hermanos Derek, Jake y Louis. Sin embargo, no encaja realmente ni como hermana, ni como vecina, ni como amiga (a excepción de Zane) porque es un conjunto de todo ello y a la vez, ninguna de todas esas cosas, ya que su rol va cambiando poco a poco dependiendo del resto de personajes principales y algún que otro secundario. Su forma de ver la vida y de afrontarla hacen de ella la más madura de todos pero a la vez también la convierten en la más pasiva del grupo, como si fuera una mera espectadora de los acontecimientos alrededor de la familia Becker, al menos al comenzar el año en el que somos testigos de su evolución. Para mí, Arabia reúne una combinación de rasgos que no había visto en otras novelas y creo que supone todo un acierto para que nos guste esta chica y nos interesen los giros que va pegando su vida paulatinamente.
Por otro lado, nos encontramos con la gran atracción de la trilogía, Jake Becker, una especie de Jim Stark, el protagonista de Rebelde sin causa. En serio os lo digo, cada vez que abre la boca yo lo visualizo con la icónica cazadora roja (aunque Jake es más de azul) y un aire a lo James Dean. Jake es el gran incomprendido de esta historia, aunque también es verdad que poco a poco se le van quitando las capas y, se compartan o no sus reacciones, al menos sí que tienen una justificación coherente y acorde con el personaje. Jake es tan contradictorio que tan pronto lo quería abrazar como darle un buen tortazo. Siendo sincera, algunas de sus características como personaje me crispan bastante los nervios como, por ejemplo, su papel de sobreprotector con casi todos los demás (aunque esto me ocurre con cualquier personaje que sea así en cualquier otra novela). Sin embargo, como contraste, adoro muchas de sus peculiaridades, como que sea plenamente consciente de lo poco que lo conoce la gente a su alrededor porque él no se deja o que le duela verse obligado a tener que cargar con un peso que realmente no pidió, por toda la situación familiar.
Por lo demás, este libro se lee solo, como se suele decir, y creo que se debe en gran parte al ritmo con el que lleva la autora la narración: súper ágil, sin grandes descripciones o reflexiones, mucho diálogo y mucha escena entremezclada con cada personaje y con cada punto de vista. Sin lugar a dudas, esta primera parte es una novela que te engancha sin saber muy bien cómo, porque sin contar con una trama excesivamente complicada y mediante escenas y diálogos bastante típicos (para ser más precisa, más bien son diálogos con muchos tópicos, sobre todo norteamericanos) la autora consigue lo que se propone: atraparnos en su red de personajes sin que nos demos cuenta porque necesitamos saber qué les va a pasar a todos y cada uno de ellos en el siguiente capítulo. En definitiva, se trata de eso, de ver cómo estos chicos de un pequeño pueblo de Utah a finales de los años 80 se van desenvolviendo en la vida como nuevos adultos, con nuevas responsabilidades, diferentes elecciones personales, prioridades que cambian y cómo no, poniendo en orden sus nuevos y caóticos sentimientos.
7/10
Por todo lo anterior, esta historia se ha convertido en una de mis recomendaciones fijas cuando alguien me pregunta por novelas new adult sencillas en su desarrollo pero adictivas por su estilo. La trama concreta podrá gustar más o menos, y lo que va ocurriendo podrá resultar más o menos interesante, pero lo que está claro es que siempre se pueden hacer conjeturas sobre cómo, dónde y con quién acabará cada uno y eso acaba entreteniendo a cualquiera. Desde que tuve la suerte de conocerla, Rolly Haacht ha pasado a ser una de mis autoras de referencia y con las que mi primer instinto, no me ha fallado. Así que voy a seguir recomendándola porque cumple con la función de entretener, emocionar y engancharnos, y es perfecta para conocer a una nueva autora con estilo propio.




¿Conocíais a esta autora y su trilogía?
¿Os gustan las historias de personajes para salsear?