Autora:
Sonia Lerones
Editorial:
Onyx Editorial, 2019
Rústica
con solapas / ebook, 432 págs.
Autoconclusivo
Género:
Realista, Contemporánea
A veces los sentimientos son como el cauce rápido de
un río. Otras, están en calma, como en un lago. Sin embargo, cuando no eres
capaz de retener aquello que sientes, que te atraviesa como un fantasma, la
vida se vuelve vacía.
Petra se ha mudado al piso de su prima en Valencia
porque cree que un cambio drástico le vendrá bien, pero allí también se
encuentra con la soledad. Nadie te dice que puedes sentirla incluso rodeada de
gente.
En La chica del corazón de agua se aborda el tema de
las enfermedades mentales, especialmente la depresión. Pero más allá de eso, es
una historia que habla sobre la amistad, el amor, el deporte y la esperanza.
Cómo conseguir sobrevivir cuando tu propio cuerpo
parece no estar vivo.
Hace unos años tuve la gran suerte de que Sonia Lerones se cruzara en mi camino gracias a Fugitivo
(ciencia ficción, distopía, LGTBI), su primera novela autopublicada que
descubrí en el canal de Rolly Haatch, que podéis ver por aquí (en serio, fiaos
de recomendaciones y deshaceos de prejuicios contra este tipo de publicaciones)
y que reseñé aquí hace un tiempo. Onyx Editorial se dio cuenta del gran talento
con el que venía de fábrica esta autora madrileña y decidió apostar por ella
para publicar La posada Shima
(fantasía, aventura) en 2018 y que también he reseñado por aquí. Ahora vuelve a
confiar en ella con una historia que no tiene nada pero nada que ver con sus
anteriores registros, y aunque la versatilidad ya le suma puntos en sí misma, La chica del corazón de agua es su obra
más arriesgada pese a ser también la más realista y cercana en todos los
aspectos.
Narrada en primera persona por la protagonista, Petra, nos deja claro desde
el primer párrafo que en esta novela no todo van a ser risas porque necesita
contarnos cómo el agua, literalmente, la salvó de su depresión. Así que con un
comienzo agridulce la autora nos está alertando de que l@s lector@s más
sensibles a estos temas verán recompensado su “sufrimiento” emocional con un
final esperanzador. Una vez que Petra nos ha dejado su tarjeta de presentación
en la que pone “Enferma mental: depresión”, es mucho más fácil dejar de lado
esa parte de su vida con la que convive a diario para empezar a conocerla de
verdad. Petra es una universitaria que tras un accidente y una pérdida enorme en
su vida, decide que no puede seguir en Madrid asfixiándose en su propia pena y
que cambiar de aires, de casa y de ciudad le vendrá, sino bien, al menos mejor.
Así que se traslada a Valencia aprovechando que su prima Sasha tiene su casa
libre mientras ella está por ahí de mochilera durante semanas sin intenciones de
volver por el momento. De aquí parte la novela y es justo el momento en el que
comenzamos a seguir los pasos de Petra mientras ella misma nos va
contando lo que hace, lo que piensa y sobre todo lo que siente.
Al llegar a Valencia está sola en una casa que no es la suya, en una ciudad
que no controla y rodeada de compañer@s a los que aún tiene que conocer. Su día
a día es una continua lucha contra la desgana, la apatía y las horas
desaprovechadas tirada en el sofá sin vestirse ni asearse, sin tener contacto
con nadie más que su psicóloga Olga, su madre o su prima Sasha por teléfono.
Como también sufre otro de los síntomas más habituales de la depresión, está
cansada de no poder dormir por las noches y de pasarse noches de insomnio
haciendo más o menos lo mismo que de día: nada. Por ello, se le ocurre hacer el
único deporte por el que parece sentir algo de interés para agotarse y así caer
rendida con la mente en blanco cuando se meta en la cama. Así que se apunta al
club de natación de la universidad y comienza a nadar y nadar por la mera
necesidad de cansarse sin saber que este será el punto de inflexión para que su vida
cambie progresivamente.
En este momento entra en juego una de las mejores bazas que ha sabido mostrar la autora añadiendo a tres chicos alrededor de Petra en vez de rodearla de las
típicas mejores amigas de cualquier novela juvenil. Ían, Jairo y Leroy son los
otros tres nadadores del equipo de natación que entrenan en la misma piscina
para competir en los distintos campeonatos y clasificaciones a lo largo del
curso. Petra no quiere saber nada de competir (solo le faltaba añadir otra
fuente de presión más a su vida) pero a los chicos les falta un integrante en
el equipo, así que le hacen la rosca como solo ellos saben hacerla y Petra termina
accediendo sin saber ni cómo la han convencido. Yo sí lo sé, y es que los tres
tienen un encanto personal en conjunto y por separado que todos y cada uno de
ellos se han convertido en mis favoritos, si eso está permitido en el fangirleo lectoril. Ían es el sensato
del grupo, aun con su apariencia de surfista californiano, que sabe escuchar y
razonar, que ayuda a Petra a resolver conflictos y a no generar nuevos. Por su
parte, Jairo es sencillamente fascinante, de ascendencia asiática, muy callado
y poco expresivo pero competitivo y leal, vive solo en un chalet enorme para él, su gato y su piano, aunque no ha podido volver a tocar en años. Así que el tercero en discordia tenía que sea un
vértice opuesto porque Leroy es como un niño con apariencia de veinteañero,
alegre y hablador, al que le encanta la fotografía artística, infantil para
muchísimas cosas y de repente un adulto para algunas otras.
Al coro de personajes se une también un cuarto pilar: Bastian, antiguo
mejor amigo de Jairo, campeón estatal de natación y actual rival del equipo de
Petra. Con él comienzan los conflictos argumentales y también los de la propia
protagonista porque ¿puede sentir algo por Bastian? ¿El amor cura la tristeza
crónica? Es más, ¿la depresión es solo estar “triste”? Pero ¿qué pasa si Petra
no tiene motivos para “estar triste”? Sonia Lerones intenta contestar a todas
estas preguntas a través de las páginas y también ayudada por personajes como
Sasha, la prima de Petra, que resulta exasperante por su falta de conexión y empatía con
lo que le ocurre, que cree que solo lo hace para llamar la atención, porque no
se aclara o porque no pone de su parte para “curarse” y otras lindezas con las
que tienen que convivir este tipo de enfermos. También es reseñable Bruno, un
compañero de clase que cree que todos los enfermos mentales deberían estar
encerrados porque son un peligro para la sociedad (es un chico muy adelantado a
su tiempo, todo muy del siglo XIV) y que por algún motivo cree que Petra se
curará antes si le deja claro lo mucho que la desprecia con insultos y
amenazas.
Como veis, gracias a todos los personajes secundarios que Sonia Lerones ha
colocado pululando alrededor de Petra nos acercamos a multitud de temas de
actualidad y de interés para cualquier tipo de público, además de mostrarnos
diferentes actitudes ante una misma situación. Cada uno de los chicos tiene sus
propios problemas a través de los cuales la autora va soltando amarres
emocionales. Por ejemplo, podemos ver relaciones sentimentales tóxicas (incluso
de maltrato psicológico), traumas del pasado debido a accidentes y traiciones, embarazos
inoportunos, situaciones impotentes de bullying…
En serio, parece alucinante ver cómo todo esto encaja como las piezas de un
reloj suizo pero está todo insertado tan al milímetro y de forma tan natural
que estoy segura de que si quitáramos alguno de estos engranajes se notaría en
el funcionamiento global de la historia porque no le falta de nada: amistad,
amor, diversidad, sonrisas y lágrimas.
Sin embargo, si hay algo que ha hecho que esta novela se convierta en mi
favorita de Sonia Lerones (quiero decir además de todo lo anterior que ya me ha
parecido insuperable) es el salto exponencial que ha pegado en cuanto a la
mejora de su estilo narrativo. Supongo que tiene que ver con los temas tan
duros que toca, con la evidente carga emocional que aporta a l@s lector@s y con
el componente personal que supone para la propia autora, pero es casi palpable
cómo se ha soltado la melena al escribir, dejando que todo (pensamientos,
ideas, sentimientos, reivindicaciones) fluya por las palabras, dejando atrás el
talante encorsetado que yo notaba en sus anteriores novelas (real o no, porque
es cuestión de percepción lectora) y que en esta es más bien todo lo contrario:
ha dejado el grifo abierto y se ha desbordado todo el torrente de emociones.
Pese a que su protagonista es una chica calmada, tranquila y racional, he oído
cada uno de sus gritos pidiendo ayuda porque le ha dado voz a una de las
enfermedades más silenciosas que pueden existir.
10/10
Hay tantísimo que decir de esta novela que en resumidas cuentas solo puedo asegurar
que he tenido la oportunidad de leer una historia preciosa, súper emotiva, muy
real y cercana, completísima y capaz de llegar a muchos tipos de lector@s. Sonia
Lerones ha logrado conectar conmigo como lectora y como persona con
absolutamente todo (narración, personajes, temáticas, reivindicaciones…) y me
ha ayudado a abrir los ojos ante algunas situaciones y a dejarme más ojiplática
aún más en otras de las que ya era consciente. Mención aparte merece la edición tan
trabajada que tiene el libro, con una corrección impecable y unos detalles
interiores (incluso a color) que hacen que le haya cogido aún más cariño a esta
historia. Desde mi punto de vista, es su mejor novela hasta el momento, una de
mis mejores lecturas en lo que llevamos de año y, sin duda, uno de mis libros
favoritos a partir de ahora para incluirlo en cualquier top de recomendaciones.
*Termino dando las gracias a Onyx Editorial por la amabilidad que han
tenido al enviarme un ejemplar de esta maravillosa novela.
Otras novelas de la autora reseñadas en el blog
¿Conocíais a esta autora o sus
novelas?
¿Os gustan las historias
reales con problemas reales?