RESEÑA Hijos del Dolor

Autora: Laura Tárraga

Editorial: Ediciones Freya, 2021

Corrección: Lucía Gutiérrez Sobrado

Rústica con solapas /ebook, 336 págs.

Bilogía #1

Género: Realidad alternativa, Distopía, Bélica, Hopepunk, Juvenil (¿?)

Georgia no puede ser libre. Neo no puede ser amado. Zoe no puede ser suficiente. Owen no puede ser él. Y Megan no puede ser salvada. Pero ¿acaso alguien puede ser durante la guerra? En la ciudad de Loyac, la guerra asola las calles y obliga a sus ciudadanos a luchar por sobrevivir un día más, sin importar quiénes sean ni las consecuencias.

Georgia lucha por encontrar respuestas. Neo lucha por recomponer su corazón roto. Zoe lucha por combatir en el frente. Owen lucha por reescribir el pasado. Y Megan lucha por sobreponerse a la incertidumbre.

Con la nación dividida, los bandos de la Coalición y los Incondicionales han olvidado que todo se reduce a una batalla entre hermanos. No obstante, ha llegado el fatídico momento en el que los hijos del dolor deben elegir entre actuar o morir.

Ya son varias las novelas de Laura Tárraga que podéis curiosear por este rincón. Para mí es una de mis autoras de referencia, de esos nombres que priman en la portada de los libros sin importar título o género, me da igual lo que escriba porque quiero leerlo por ser quien escribe. Esta es quizás una de sus historias con más trasfondo hasta la fecha en cuanto a profundidad se refiere, por la temática principal en la que se basa toda la trama: la guerra. En realidad es bastante deducible por esa “bonita” (entre comillas) portada diseñada por Patricia Esteban (@Blackiat), pero eso solo es el contexto de una novela enteramente de personajes, como suele ser habitual en los libros de esta autora, en los que prima la introspectiva sobre la trama o la acción. La reseña está libre de spoilers y no hay grandes detalles así que podéis leer con tranquilidad.

La guerra ha estallado en Himalia y el país se halla dividido mientras las bombas caen, las alarmas suenan, los fusilamientos se suceden con impunidad y la vida de la población se ha visto paralizada en el tiempo. Este es el contexto y no hay forma de endulzarlo diciendo que este libro tiene una historia muy bonita porque la guerra no lo es y eso sí que queda claro. En medio de toda esta guerra civil están los distintos personajes, que son varios y con distinta relevancia. Una de las más principales es Georgia Farrell, que podría decir que es la más protagonista de todos porque está metida en todas las tramas y subtramas de una u otra forma y además es como el eslabón que enlaza al resto de personajes. Georgia es del bando de los Incondicionales y se ve arrastrada por el azar y por su apellido a la mansión Farrell, donde sus primos, Zoe y Owen, viven el conflicto bélico desde el bando de la Coalición, el enemigo, en el que su tío ostenta un alto cargo militar. Georgia estudiaba Ingeniería Mecánica cuando comenzó la guerra pero tuvo que dejar su carrera y ponerse a trabajar en una fábrica armamentística. Por ello, su tío la quiere tener cerca y vigilada, para utilizar sus conocimientos de armas y poder dar un giro a la guerra a favor de la Coalición con su misterioso as en la manga. Ahí podríamos decir que estaría el pistoletazo de salida que sitúa a Georgia en territorio enemigo pero con muy buena posición para espiar y conseguir información para su propio bando. Quizás sea la protagonista que pasa más tiempo iluminada por el foco de atención, pero para mí es un personaje bastante prototípico en el sentido de que no me destaca nada de ella en su personalidad, más allá de que arrastra un pasado de pérdidas (como todos), intenta sobrevivir cada día sin que una bomba le caiga encima (como todos) y lo único que hace en la mansión Farrell es dejarse llevar por la situación y ver si puede sacar al menos un beneficio: averiguar qué le pasó a su novia.

De todas formas, la otra gran protagonista y el personaje más complejo diría que es su prima Zoe, una adolescente coalicionista radical que solo se levanta por las mañanas con el sueño de marchar al frente y matar a cuantos más incondicionales mejor. Con solo 16 años no está dispuesta a que su padre maneje su vida prometiéndola en matrimonio con uno de sus oficiales varios años mayor que ella, entre otras cosas porque no tiene tiempo ni ganas para el amor, sobre todo porque la guerra es lo único que le importa. Prácticamente odia a su prima Georgia y todo lo que representa ser incondicional; es combativa, rebelde, impaciente y una fanática ciega del conflicto que está viviendo su país. No distingue los horrores de la guerra de la lealtad hacia la Coalición y además tiene mucho rencor acumulado hacia las personas que dejaron morir a su madre. No puedo decir que Zoe me haya caído bien por todo lo que representa su fanatismo y su odio radical, pero me parece un personaje muy trabajado desde el punto de vista psicológico, su postura hacia un conflicto bélico, sus ganas de combatir y matar, su reticencia y su rechazo hacia todo lo romántico, etc. Tiene una construcción detrás que me parece fascinante y sé que esta historia no hubiera sido lo mismo sin ella. Por eso me decanto más por Zoe, pese a que me caiga fatal, que por Georgia, que me parece un personaje más convencional y con menos peculiaridades.

Sin embargo, Georgia me empieza a interesar un poco de rebote cuando, viviendo con el enemigo, conoce a Neo, uno de los trabajadores en la mansión Farrell, también incondicional, que le hará la estancia más llevadera entre conspiraciones y cuchicheos nocturnos. Neo es un personaje que me ha encantado, de mis favoritos desde el principio, porque aporta algo de esperanza y porque el poco romance que puede haber en este libro me lo dan él y Owen, el primo de Georgia y hermano de Zoe. No sabemos mucho al comenzar la historia pero está claro que entre los dos hay algo, mucho de "algo", y que Zoe tiene todo que ver con que ya no estén juntos, aparte de lo evidente: que Neo es Incondicional y Owen de la Coalición. ¿Para qué queremos más, verdad? Pues hay más, porque a Owen le dan igual las guerras (no como a su hermana) y lo único que quiere es leer y estudiar y escribir y crear, no destruir (no como su hermana) y eso choca con todo lo que significa ser de la Coalición e hijo del teniente coronel Farrell. Le he cogido muchísimo cariño a Owen Farrell por ser todo lo contrario a su hermana y porque ojalá un spin-off solo con él y Neo siendo felices y sin guerra, ni bandos, ni muerte por todas partes. He sufrido muchísimo con ellos dos, he suspirado con cada uno de sus encuentros y he empatizado a tope con todo lo que se nos transmite desde sus puntos de vista, que se reduce al amor en tiempos de guerra, al carpe diem y a ser uno mismo.

Hay bastantes personajes y alguno más principal, pero son demasiados para detallarlos en tan pocas líneas. Aún así, creo que Megan es la que más desapercibida me ha pasado y no he logrado cogerle ese toque de empatía que un personaje tan tierno debería haberme provocado. En cambio, su subtrama tiene más relevancia de la que en un primer momento aparenta y sus capítulos son de lo más llevadero porque transcurren también con cierta dosis de romanticismo cuando conoce a Austin, uno de los soldados de la Coalición. Son muchos los elementos que hacen que esta historia en apariencia tan densa se vuelva de lo más ligera y gran parte de ese buen ritmo se debe a las pequeñas conexiones que vamos descubriendo entre los personajes, entre sus conversaciones, sus encuentros y su correspondencia. Además, la velocidad de lectura es muy rápida porque todos los capítulos son cortos o muy cortos y siguen las escenas desde la perspectiva de unos u otros personajes, diferenciados por los embellecedores de los inicios de capítulo, ilustraciones en blanco y negro (obra de @eicinic), con un detalle característico de cada uno de ellos. Aunque la narración está en tercera persona de forma omnisciente, es muy fácil ver que en realidad los puntos de vista son muy personales y muestran los pensamientos y sentimientos de cada personaje aunque no estén narrados por ellos mismos en primera persona.

Como decía al comenzar, el eje central de la novela (y de la bilogía completa) es la guerra. Ni más ni menos. Quizás muchos lectores sientan que leer sobre ello no es de su agrado pero lo cierto es que estamos más que acostumbrados a que nos metan guerras en las fantasías épicas, en las distopías, en las fantasía juveniles… Esta novela lo único que hace es darle un contexto realista a una guerra ficticia pero de forma que reconozcamos muchísimos de sus elementos, porque no es fantasía, es solo un país inventado. Todo ello hace que nos metamos mucho más en la historia, que la hagamos nuestra de una manera muy empática. Tengo que reconocer que lo que intenta provocar y logra provocar el libro es reflejar lo horroroso que es una guerra, pero más aún cuando estalla en un mismo país, con familias y amigos divididos por algo tan ilusorio como un “bando”, separados por ideas en abstracto. Algunas escenas son traumáticas, se narran bombardeos y destrucción, y hay algunas situaciones en las que es imposible no relacionarlo con la realidad. La guerra que Laura Tárraga ha relatado en Hijos del dolor es completamente inventada y ficticia, como muchas de las que transcurren en fantasía épica con espadas o pólvora o como las que se pueden ver en distopías juveniles con tecnología punta. Sin embargo, en este caso es muy fácil trasladar esos escenarios de Loyac a cualquier ciudad de Europa, incluida España, no hace mucho tiempo. De hecho, en la novela se intenta reflejar como que es una guerra que no se aleja mucho de nuestra actualidad, en un futuro próximo, puesto que se nombran redes sociales o ebooks, como si existieran en ese país inventado pero la guerra los hubiera hecho retroceder décadas como si fueran una especie de mediados de siglo XX en vez de siglo XXI, salvando que la línea temporal de esta historia no tiene nada que ver con nuestros siglos. Todo en favor de que algo como una guerra ficticia se vuelva de lo más realista.

8/10

En definitiva, una historia bélica inventada de un país inventado que refleja una cruda realidad que se ha ido dando a lo largo de los siglos, que recuerda mucho a nuestra vergonzosa primera mitad del siglo XX pero que se sigue dando hoy en día. Cualquier conflicto bélico podría haber servido de inspiración para esta novela pero quizás ese distanciamiento hipotético que la asemeja más a una distopía juvenil hace que la lectura no sea tan dura como cabría esperar. Por la salud de mi corazoncito, es obvio que con ese final es tremendamente necesario leer la segunda parte de la bilogía porque la historia completa y el panorama general solo se verán al acabar el segundo libro y no veo el momento de poder continuar tal y como se han quedado las cosas con ese cliffhanger impactante. Os recomiendo muchísimo esta historia en concreto de Laura Tárraga, pero la verdad es que todas sus novelas hasta la fecha me parecen dignas de recomendación, aunque solo sea por ver lo bien que se lo pasa diluyendo y tergiversando los géneros literarios establecidos.

*Para terminar, muchísimas gracias a Laura Tárraga por haberme permitido formar parte del proceso hasta llegar a esta historia publicada y a Ediciones Freya por el envío de un ejemplar.

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