RESEÑA Nuestros Días en Bravelands

Autora: Paula Gallego

Editorial: Ediciones Kiwi (Sello Bookiss), 2021

Corrección: Paola C. Álvarez

Rústica con solapas / ebook, 212 págs.

Autoconclusivo

Género: Romántica, Juvenil, New Adult, Realista, Contemporánea

Izzy encontró Bravelands por casualidad y ya no pudo despedirse de sus bosques, sus leyendas y su otoño casi perpetuo. William se enamoró de una sonrisa hace años y ahora, cuando una serie de decisiones terribles lo han empujado a huir de su hogar, ha decidido buscarla incluso si sabe que es posible que ella no lo recuerde.
Cuando por fin se reúne con Izzy, sin embargo, el pánico lo asalta y finge ser él quien la ha olvidado.

Izzy intentará averiguar qué es lo que ha empujado a William a escapar a Bravelands, William deberá decidir cuántos secretos quiere esconder, y ambos tendrán que conocerse de nuevo, esta vez de verdad, mientras dure el otoño.

¿Qué tendrá Bravelands que todo el que llega, no quiere marcharse? Izzy no quiere marcharse, William no quiere. Una preciosa historia de superación envuelta en hojas de otoño.

De nuevo, este año hemos sido bendecidos con dos novelas de Paula Gallego (al menos por el momento). En realidad, Nuestros días en Bravelands es una reedición ampliada y revisada de un relato que ya fue publicado en una antología también con Ediciones Kiwi y que aquí se ha convertido ya en historia con categoría de novela que, visto lo visto, se lo merecía. Como dato, os cuento que antes de empezarla yo venía de haber leído La tinta que nos une, cuya reseña podéis curiosear aquí, que ha resultado ser una de mis mejores lecturas en lo que llevamos de 2021 y que me dejó bastante tocada emocionalmente. Así que la bajada de feelings con esta novelita más sencilla en apariencia era una posibilidad real, como bien me previno la propia autora. Por eso mismo y porque me conozco, las únicas expectativas que llevaba con esta novela eran simplemente poder disfrutar de otra historia de Paula Gallego (que no es poco, os lo aseguro) y pasar unos días entretenida con un romance ligero y ameno. Y está claro que me he llevado una sorpresa estupenda porque esto de ligero solo tiene el peso del libro.

Los protagonistas son dos, cada uno narrando en capítulos alternos en primera persona, así que es fácil conocerlos a fondo. Esta técnica narrativa empieza a ser una de las señas de identidad de Paula Gallego que más me gustan de ella porque siempre he entendido que, si me están contando un romance desde el principio, desde que surge, una relación es cosa de dos (en términos relativos exceptuando el poliamor, entiéndaseme) y me parece de lo más justo que sean los dos implicados los que me cuenten su experiencia, sus emociones y sus pensamientos en cada escena y durante la evolución de esa relación. Así que aquí tenemos a Elizabeth “Izzy” y a William “Will” contándonos sus días en Bravelands. Izzy trabaja en un refugio para animales y ayuda en todo lo que puede en el hotelito de Bravelands que regenta un adorable matrimonio de ancianos. Hasta allí llega William con todas las pintas de ser un fugitivo, sin móvil para estar localizable, sin demasiado equipaje y con mucho que decir pero sin ninguna intención de contar nada. De hecho, a pesar de que ambos se conocen de su época de instituto y que solo han pasado tres años desde la última vez que se vieron, ambos deciden (por algún motivo que tendrá que ver con el orgullo, digo yo) hacer como que no se reconocen el uno al otro, aunque Izzy era la novia de Kevin, el mejor amigo de William, y ambos salían con amigos en común.

Algo así sería la premisa de la que parte el libro, con ese reencuentro fortuito (¿o no?) de dos personas que solían conocerse. Izzy me ha caído genial, es fácil conectar con ella, es encantadora y simpática, muy comprensiva, altruista y buena persona. Sin embargo, aunque sé que no tengo por qué elegir, reconozco que los capítulos que más me han gustado han sido los narrados por William, con esa fachada de bad boy incomprendido que llega con un ojo morado al refugio (¿metafóricamente hablando?) huyendo de algo o de alguien y que no está muy por la labor de que Izzy se entere para no avivar los prejuicios de ella (a ver, chato, no, prejuicios no, eres tú el que te metes en el lugar equivocado en el momento equivocado porque quiere, por lealtad o por patatas). Pero yo es que tengo debilidad patológica por los personajes grises y sus sombras, porque sé que siempre suelen tener esa luz que las proyecta y que me aclaran su personalidad y sus circunstancias con una justificación creíble para que me encanten como personajes realistas. En el caso de William, ha sido adictivo descubrir qué se esconde detrás de ese chico introvertido que no habla de sí mismo más que con evasivas, que quiere dejar de huir pero no sabemos si va a poder (ya os digo yo que no puede, porque el pasado y los errores siempre vuelven o no tendríamos conflicto argumental y sería un libro muy aburrido). Y al final hay que darle la razón a Izzy cuando lo llama Ponyboy, porque sí que es un poco outsider aunque no quiera reconocerlo, un chico que se mueve por las amistades (aunque no le convengan), que es demasiado leal (aunque le perjudique), que sí es un bad boy (pero porque el mundo lo ha hecho así).  Así que me ha encantado como personaje y no he podido evitar sufrir bastante con el tramo final de la novela cuando todo explota.

Por otra parte, la ambientación es cuanto menos idílica y me ha recordado muchísimo a los paisajes emblemáticos de las novelas de Nicholas Sparks: un hotel/albergue/refugio de veraneo, a las orillas de un lago con su muelle de madera, sus montañas alrededor, sus colores otoñales… Las descripciones son una maravilla y es uno de los aspectos que no me esperaba que tuvieran tanto detalle por la extensión de la novela, pero la verdad es que ha sido del todo envolvente, incluso con esa sencillez que tiene la autora para meternos en medio de un escenario con cuatro características que nos plasme en el papel. Para mí es una de las mejores características que tiene Paula Gallego, esa técnica suya que le sirve para crear paisajes visuales, para implantar imágenes vívidas en la mente según vamos leyendo y podamos imaginarnos sin problemas el pueblito de Bravelands, el lago con el muelle o el refugio de animales. Incluso las escenas más dinámicas como esa clase de pastelería rodeados de niños revoltosos o las sesiones de submarinismo por las profundidades de la laguna. De verdad que todo tiene un toque tan idílico de estos que te hacen suspirar pero literalmente de lo ideal que es todo (en ambiente, digo, que luego ya sabemos que las cosas no son tan bonitas y esta es una novela realista, ante todo).

De todas formas, por ir a algo más concreto, su estilo narrativo le sirve también para ir construyendo los personajes a través del relato de su propia voz, para que sean ellos mismos los que van contando su pasado y las inseguridades que eso les genera en el presente, ya sea en forma de conversación o en forma de pensamientos aprovechando la primera persona. Me sigue pareciendo increíble que haya podido transmitirme tanto en tan pocas páginas (o lo que a mí me parecen pocas páginas, que supongo que depende de la calidad y no de la cantidad el hecho de que parezcan pocas o demasiadas). No es que me haya llevado una sorpresa en ese sentido, ya que después de haber leído, si no me equivoco, prácticamente todo lo que tiene publicado Paula Gallego, se puede decir que no esperaba menos de ella en cuanto a las emociones que me fuera a provocar. Además, otro detalle que me ha parecido maravilloso y que aporta todavía más personalidad a la forma de escribir de Paula Gallego son los subtítulos de cada capítulo, que después de la numeración añaden versos distintos y consecutivos en función de que la narradora sea Elizabeth (con versos de Rubén Darío) o sea William (en su caso, de Bécquer). No me digáis que ya solo con eso no es para suspirar de continuo. Así que sí, una vez más me he quedado embelesada con eso que coloquialmente llamamos la pluma de Paula Gallego y que siempre hace que me sea indiferente el tipo de historia que me quiera contar porque me vuelve a demostrar lo versátil que puede llegar a ser como autora.

8/10

En otras palabras, me he llevado una bonita sorpresa porque mis expectativas eran simplemente pasar un ratito agradable leyendo a Paula Gallego y resulta que además me llevo conmigo a Izzy y a Will para que se queden en ese rinconcito reservado a los personajes especiales. En esta historia encontraréis un romance muy tierno, con muchas escenas emotivas, una química tremenda entre los dos personajes y mucho cariño por todas partes, como si se tratara de una novela feel good que te deja mensajes positivos sobre las malas influencias, sobre aprender de los errores o acerca de evitar las relaciones tóxicas, sean del tipo que sean. A estas alturas parece que me repito más que el ajo diciéndoos que si no habéis probado ya con cualquier palabra escrita de Paula Gallego, os estáis perdiendo una pluma maravillosa, pero es que es lo que hay. Así que seguiré insistiendo.

*Por último, muchísimas gracias a Paula Gallego por haberme permitido leer esta historia de forma anticipada y ser tan amable como siempre.

 

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